En muchas ocasiones en toda la historia de la humanidad se ha cuestionado la existencia de Dios. Algunos dicen que existe, fuera del mundo como un demiurgo que creó la existencia; otros que existe dentro de nosotros, otros afirman que existe en su creación.
Por otro lado, están los que niegan la existencia de Dios. Prueban su teoría con preguntas como ¿Si Dios existe porque hay sufrimiento? ¿Si Dios existe dónde está? Su negación es absoluta.
Cuestiones como esta han provocado escisiones en las sociedades, en los grupos, en las familias. Algo muy grave, ciertamente. Sin embargo, para asegurar algo, es necesario conocer los términos en que nos expresaremos. La existencia es una palabra de la que muchos no tienen idea, sólo la utilizan indiscriminadamente para nombrar las cosas que son perceptibles a los cinco sentidos.
La existencia involucra siempre una dualidad, siempre un principio y un fin, el placer y el dolor, el bien y el mal, lo luminoso y lo obscuro, el frío y el calor, lo masculino y lo femenino, etc. Es justamente esta cuestión, de creación y destrucción lo que inmiscuye a la existencia. Las cosas que existen tienen un principio y un fin, son creadas y destruidas, viven y mueren.
En este punto, podríamos afirmar que Dios existe, en manifestaciones diversas cómo son sus creaciones, o simplemente en el pensamiento del que lo evoca, en las imágenes o íconos, en las palabras, en la religión. Por supuesto que para cualquier ateo esto es pura charlatanería. Para los que dicen que no existe, efectivamente no existe en esencia, y de hecho, existir en esencia es algo contradictorio y paradójico.
La esencia, el ser, es una cuestión que se encuentra muy por encima de la existencia. En el ser, la esencia, no hay creación ni destrucción, ni principio ni fin. Solamente se Es. Y Dios Es. Muy independientemente de lo que suceda con la existencia humana o del Universo, Dios estuvo y estará, en forma de Infinidad y Eternidad.
Dios ni existe ni no existe, Dios Es. Porque es un Ser trascendente al tiempo, al espacio y a las leyes que nos rigen. No tiene principio ni fin, no es creado ni destruido. Tal vez las percepciones del ser humano vayan evolucionando, transformándose y de ésta manera la visualización que tenemos de la Divinidad vaya cambiando, pero el Ser Supremo continúa Siendo.
Psicológicamente hablando, la existencia o no-existencia de Dios satisface diversas necesidades que tienen los seres humanos. En el caso de los que creen que existe, Dios es un liberador, se encuentra con ellos para auxiliarlos, para protegerlos y guiarlos. En el caso de los no creyentes o los ateos, ellos proyectan una deidad también: Un Dios ausente e inexistente, mismo que necesitan para sentirse seguros de que pueden realizar sus acciones cotidianas sin preocupaciones y más que nada, sin ataduras.
Dios puede existir o no, pero les aseguro que definitivamente, DIOS ES.
La espiritualidad es la esencia del hombre. Él mismo ha intentado manifestar dicho potencial en símbolos y fórmulas que hoy parecen fantasías, pero que poseen una verdad oculta trás la apariencia de Dioses, demonios y héroes.
jueves, 23 de octubre de 2008
miércoles, 22 de octubre de 2008
Recuperando nuestras raíces
La espiritualidad es algo inherente al hombre y a todos los seres vivos del Universo. Tal vez resulte extraño el pensar en ello, de hecho, en la actualidad la espiritualidad ha pasado a un segundo, tecer o cuarto término. La sociedad industrializada con sus metas de progreso, con su racionalidad científica, no cree más en los antiguos relatos de nuestros antepasados.
Hemos olvidado nuestras raíces, aquellas en que nuestros ancestros firmemente creían. Las religiones y los mitos de la antiguedad no son meras fantasías ni inventos para explicar cosas que no conocían, sino muy por el contrario, eran historias que explicaban por medio de símbolos acerca de las fuerzas del universo, de la relación del ser humano con el mundo, del mundo trascendente, de la Verdad Suprema ó la Realidad Última.
La espiritualidad no es superstición ni mucho menos ignorancia, la espiritualidad es conocimiento y sabiduría de uno mismo, y nuestra relación con el todo. Nuestros antepasados bien sabían que la ciencia, la filosofía y la religión debían caminar juntas para encontrar la Verdad. Sabían que el conocimiento seria la antorcha y la fe la llama que iluminaría un camino de obscuridad e ignorancia.
Es por ello que creé este blog, para despertar la espiritualidad de todo aquél que tenga acceso. Para demostrar la importancia de las antiguas historias en nuestra sociedad actual, y cómo éstas poseen conocimientos milenarios que permanecerán por siempre.
Hemos olvidado nuestras raíces, aquellas en que nuestros ancestros firmemente creían. Las religiones y los mitos de la antiguedad no son meras fantasías ni inventos para explicar cosas que no conocían, sino muy por el contrario, eran historias que explicaban por medio de símbolos acerca de las fuerzas del universo, de la relación del ser humano con el mundo, del mundo trascendente, de la Verdad Suprema ó la Realidad Última.
La espiritualidad no es superstición ni mucho menos ignorancia, la espiritualidad es conocimiento y sabiduría de uno mismo, y nuestra relación con el todo. Nuestros antepasados bien sabían que la ciencia, la filosofía y la religión debían caminar juntas para encontrar la Verdad. Sabían que el conocimiento seria la antorcha y la fe la llama que iluminaría un camino de obscuridad e ignorancia.
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