domingo, 12 de diciembre de 2010

Batman un superhéroe sin poderes

Una obscura figura que ronda una ciudad llena de crimen y violencia, protegiendo a los débiles y desprotegidos, un superhéroe sin poderes sobrehumanos, un hombre tras una máscara... ése es Batman. Tal vez pueda parecer una figura de la cultura pop, y efectivamente lo es, sin embargo, este héroe de los comics da mucho de qué hablar más allá de su capa de murciélago.

Bruce era un niño proveniente de la acaudalada familia de los Wayne y vivía una existencia muy dichosa. Sus padres eran una pareja muy amorosa que a pesar de su riqueza, continuaban siendo humildes y generosos con la gente que menos tenía. Los Wayne gustaban de hacer las cosas como la gente común, caminando o tomando el transporte público, tratando de no ser muy ostentosos, ir de compras, al médico, al cine...

De las memorias que el joven Bruce mantendría por siempre en su cabeza sería aquella en que cayó por un agujero a la enorme cueva debajo de la mansión. Ahí conocería lo inconmensurable de la obscuridad y el gran miedo que le producía, además del símbolo de ese temor: el murciélago. A partir de ese momento, su vida había cambiado. Bruce había comenzado su iniciación de héroe, pero todavía faltaba un hecho más crucial y difícil de afrontar.

Una noche la familia Wayne decidió ir al cine. Al salir, sus padres decidieron caminar por las calles de la ciudad, pero entonces, de las sombras, salió un asaltante que en su desesperación dio fuego contra los padres del chico, que presenció el terrible asesinato. Ahí se termino de marcar la vida del pequeño Bruce, que juraría que cambiaría las cosas y que combatiría el crimen y la violencia para que lo que sucedió con sus padres no se repitiera jamás.
Y utilizó parte de su enorme fortuna y muchos años de su vida en viajar por el mundo, entrenándose física y mentalmente en diversas disciplinas que lo convertirían en un súperhombre, capaz de luchar contra el crimen de Gotham. Detective, científico, escapista y artista marcial, todo esto y más era Bruce Wayne, pero le hacía falta algo, superar su miedoa aquello que había presenciado en la cueva cuando niño, lo que había sentido durante el asesinato de sus progenitores, a la obscuridad que estaba fuera y dentro de él.

Fue entonces que decidió usar ese miedo que sentía, para vestirse con él y atemorizar a aquellos que hacían de la violencia y el crimen su modo de vida, portó el manto del murciélago. Ahí nació Batman, un emblema de la noche, de aquello que tememos mirar en la obscuridad, algo que aterrorizaría a los malvados y que estaría dentro suyo esperando por hacer justicia.

El Caballero Obscuro empezó su jornada, como un ente tenebroso pero finalmente, una fuerza del bien. Sus peores enemigos más allá de simples criminales, son personajes invadidos por la locura y la destrucción, criaturas atrapadas dentro de sus propias obsesiones que amenazan con corroer una ciudad de por sí corrupta: Hiedra Venenosa y sus mortíferas plantas, aunque no tan tóxicas como sus labios y su seducción; el Acertijo y sus indescifrables enigmas; Bane y su superfuerza; el Espantapájaros y su poder sobre los miedos más profundos; sin embargo, Batman resultó ser inmune a la persuasión, más astuto ante los acertijos, más fuerte, e incluso más poderoso que sus miedos, venciendo a cada uno de ellos.

Los oponentes de Batman no sólo buscan lograr sus cometidos al completar sus obsesiones, ni eliminar al Guardián de manera simple, sino que buscan vencerlo, ser superiores a él para después destruirlo. Entre todos sus enemigos, destacaré a tres. El primero es el Pingüino, un maestro criminal que, de entre todos los villanos, no está loco. De hecho es el único con total razón sobre sus actos, lo que lo hace extremadamente peligroso tras esa apariencia inofensiva e incluso ridícula. Su gusto por las sombrillas y su pasión por las aves no lo desconciertan para lograr sus propósitos.

Dos Caras por otro lado, es uno de los peores oponentes de Batman, no sólo por su obsesión con la dualidad, sino porque él mismo es para Batman una doble persona: un enemigo mortal por un lado y el mejor amigo de Bruce Wayne por el otro. En cada ocasión, el Caballero Obscuro busca llevar a su amigo de vuelta a la luz, ofreciéndole su ayuda, con el remordimiento permanente de saber que en parte, fue culpa suya el que Harvey Dent se transformara en Dos Caras y con la esperanza de recuperar a su mejor amigo.

El Guasón o Joker, es la cara opuesta a todo lo que representa Batman. Tras su apariencia tan pintoresca se oculta un terrible pasado y una locura mortal. Sus "bromas" y "juegos" son trampas mortales que sólo buscan la diversión de este maníaco, en él no cabe huella de la menor cordura. La peor arma del Guasón es precisamente su extrema locura, misma que sólo busca satisfacer su peculiar y amenazante sentido del humor y que no teme ni a la muerte.

Por años, Batman se enfrentó una y otra vez a cada uno de sus mortales enemigos, venciéndolos. A pesar de todos los daños y muertes que habían causado siempre prefirió seguir la justicia, no del ojo por ojo, sino la suya, donde no habría más muerte. En sus palabras, si el tomara una vida, se convertiría en aquello que había jurado combatir perdiéndose en su obscuridad.

Sus habilidades, así como su fuerza y su astucia, le han hecho un rival poderoso incluso para oponentes más fuertes y temidos por otros héroes que cuentan con poderes. Siempre un paso adelante de sus enemigos y con sus motivos ocultos, incluso para sus amigos, Batman ha enfrentado exitosamente incluso al hijo favorito de Metrópolis, Superman, cargando siempre una dotación de kryptonita "por si acaso".

El móvil del Caballero Obscuro y su modo de vida es a través del sacrificio de sí mismo en pos de las demás personas, arriesgando su vida y su integridad. En variadas ocasiones vemos a un Batman herido, fracturado e incluso ciego, salir a combatir a pesar de su estado. Todo esto para resarcir esa deuda que siente para con sus difuntos padres, para cumplir la promesa que les hizo.

Batman en sus propias palabras, siempre se ha reprochado sus fracasos y jamás ha disfrutado de sus victorias. Sus recuerdos lo atormentan pero al mismo tiempo le dan la fuerza necesaria para continuar. Cada momento que ha vivido a lo largo de sus años como Guardián ha sido como un ser solitario, a pesar de contar con aliados como Robin o Batichica, ya que ésta es su pelea, más que contra el mundo, contra sí mismo, contra su obscuridad, aquella sombra inconmensurable de donde jamás ha salido y donde desde niño, jamás ha dejado de caer.

Aunque ha mirado la luz, como cuando su padre lo salvó de aquella noche perpetua, en la cueva, de igual forma ha encontrado momentos felices cuando sus amigos lo han rescatado de caer en la locura, de darse por derrotado y dar la partida por vencida. Su fuerza no radica en habilidades más allá de los límites del hombre, sino en su propia humanidad, es por eso el mejor superhéroe, porque su superioridad radica en ser un hombre. El hombre murciélago, una parte de él es humana, su mejor parte.

viernes, 1 de octubre de 2010

La Bella y la Bestia

La Bella y la Bestia, supongo que la gran mayoría habrá alguna vez visto la famosa película de Walt Disney que se basaba en este bello cuento de Beaumont, que a su vez hizo su adaptación del original de Villeneuve, donde el terrible hechizo que mantenía a un príncipe prisionero en su castillo, con apariencia monstruosa, se rompe gracias al poder del amor entre éste y una hermosa y joven campesina que aprende a ver más allá de las apariencias.

Como muchos cuentos, éste podría considerarse como un mero invento para contar a los niños antes de dormir. Sin embargo, posee toda una significación oculta trás los personajes, lugares, objetos y situaciones que se presentan. El cuento original posee en sí mismo una carga simbólica muy fuerte que se repite y se reafirma en la versión animada de Disney, que agrega otros elementos que enriquecen la historia y su significado.

La historia original nos cuenta, a resumidas cuentas, de Bella, hija de un mercader que se pierde en el bosque cuando va en un importante viaje de negocios. Sus otras dos hijas, materialistas y superficiales, le piden vestidos y joyas a su regreso, en tanto que Bella sólo le pide una rosa. En el bosque tenebroso, el mercader descubre un majestuoso castillo, al que entra para escapar de los lobos hambrientos y ponerse a salvo.

Dentro, todo está perfectamente colocado para un banquete, pero no hay nadie en el palacio. El mercader come y bebe, pensando que un hada buena le ha acogido. Duerme plenamente sobre un lecho cálido y suave y despierta para encontrarse con finas ropas hechas a su medida, que él se pone inmediatamente.

Al irse, descubre un fantástico jardín que en el interior tiene las rosas más espléndidas que había visto. El mercader corta una para su hija, pero en ese instante aparece la Bestia, un terrible ser, monstruoso y enorme, que feroz se avalanzó sobre él amenazándolo de muerte por la ingratitud de cortar sus rosas, su posesión más valiosa, después de haber sido atendido como un rey en su castillo.

El mercader ruega por su vida pidiendo por su familia. La Bestia lo deja ir a despedirse y le da un cofre con tesoros para sus hijos, diciéndole que otro puede tomar su lugar si así lo deciden. El mercader regresa a casa y cuenta a sus hijos lo ocurrido. Bella decide tomar su lugar, ya que fue su deseo el tener una rosa, y parte hacía el castillo de la Bestia.

En el castillo se ve colmada de atenciones y le es dicho que ella es la reina del palacio, contrario al destino fatal que pensó le esperaba. Todos los días, la Bestia se hace ver en la cena, donde platica con Bella. Ella poco a poco va descubriendo la ternura y la virtud ocultas en el monstruo, que día tras día pide su mano en matrimonio, a lo que ella responde en negativa cada vez.

Pero la joven extraña su hogar. La Bestia le permite ver a sus hermanos y a su padre a través de un espejo mágico para descubrir que su padre esta terriblemente enfermo. Ella le pide que la deje ir a verle. La Bestia accede, pero a cambio de que prometa que regresara en el plazo de siete días. Bella parte con su promesa, pero con una advertencia previa: si ella no vuelve, la Bestia morirá.

Visita a su familia. Sus hermanos y su padre estan felices de que haya regresado. Ella les cuenta que vive fantásticamente en el castillo y que la Bestia es un ser gentil y noble. Sus hermanas, celosas, deciden retrasarla para que no pueda cumplir su promesa. Se tallan los ojos con cebolla para inducir el llanto de la falsedad y hacen que se quede más tiempo, rompiendo su promesa.

Ella regresa al castillo, donde busca a la Bestia por todos lados sin encontrarlo. Finalmente lo halla tirado en medio de su jardín de rosas, agonizante. Él le dice que se alegra de verla por última vez, ella llora consolándolo. Finalmente, en su último suspiro, ella le dice que si se casará con él. Entonces todo resplandece y la Bestia se transforma en un apuesto príncipe. La maldición se rompe y ambos viven felices por siempre.

El cuento se encuentra íntimamente relacionado con el mito de Eros y Psiquis que podemos encontrar narrado en el Asno de Oro de Apuleyo, donde Psiquis es raptada por Eros, dios del amor, donde ella vive en un hermoso palacio en el cielo, rodeada de lujos y riqueza, pero él se hace invisible porque no quiere ser amado por su condición divina. Ella cae en la tentación de verle en la noche mientras duerme, por consejo de sus hermanas, celosas de ella, y derrama aceite sobre su brazo. Herido y decepcionado, Eros la abandona. Entonces ella tiene que pasar varias pruebas para demostrar su amor y finalmente vive feliz junto a su amado por la eternidad.

En el cuento, la lección primaria viene explícitamente, donde dice que la Virtud se encuentra por encima de la belleza y la inteligencia, pues el hechizo no sólo hacía monstruoso al príncipe sino que también lo volvía muy torpe, y que el amor puede vencer incluso la magia más poderosa. Pero existe aún más en lo profundo de esta historia.

En un inicio observamos a Bella, la doncella, imagen clara de la divinidad femenina, que en otros cuentos (y mitos) también aparece como una figura hermosa, gentil, llena de encanto y bondad. Es la que colma de gracia a los héroes después de haber pasado las pruebas, aunque en esta historia juega un papel dual, ya que ella también es probada para alcanzar la plenitud.

Es Bella quien le pide a su padre una rosa como obsequio. La rosa es la flor de los Iniciados de occidente, un equivalente de la flor de loto blanca en oriente, que representa el camino de la vida: las espinas representan los obstáculos, los momentos difíciles, el dolor y el sufrimiento de la jornada; en tanto que la flor representa a la Divinidad ya alcanzada, la Belleza, la Verdad y la Bondad, el final del camino.

No es de extrañar que la Bestia custodie como lo más preciado, al jardín repleto de rosas en el cuento original, ya que aquí cumple la misión del guardián del tesoro a quien habrá de traspasarse para obtener los dones del espíritu. En la versión de Disney la rosa es sólo una y desde el principio se dice que es mágica. Bella es quien desea la rosa, quien busca el conocimiento, aunque para ello haya que afrontar pruebas terribles. Éstas la llevan a "ver" más allá de las apariencias, dándose cuenta de que más allá de lo evidente se encuentra oculta la verdad, que detrás de las cosas más espantosas puede encontrarse virtud y bondad.

La Bestia al igual que Bella, juega un papel dual, como guardián del tesoro, que es la rosa, el camino de la Iniciación; y como el mismo héroe que tiene que trascender. En la versión de Disney la rosa que custodia la Bestia durará hasta los 21 años del príncipe. El número 21 tiene connotaciones simbólicas, pues es tres veces siete, el número divino multiplicado por el número perfecto; ademas de que cabe resaltar el hecho de que en muchas sociedades la edad adulta se considera a partir de los 21 años.

En la versión de Disney, la Bestia tiene dos sirvientes muy emblemáticos: Ding Dong y Lumiere, el reloj y el candelabro. El reloj que es la mera referencia del tiempo que avanza a cada momento, marcando al príncipe el lapso restante para romper el hechizo. El candelabro es símbolo de la Luz, que guiará al príncipe y a Bella a través de la obscuridad de su camino.

El príncipe cuenta con el espejo mágico, con el que le permite a Bella observar a su familia, pero más que ello, mirarse a sí misma, darse cuenta de quién es ella; de igual forma que él descubre quién es él a través de la mirada de Bella en el espejo. Sólo juntos podrían descubrir la verdadera relación que existía entre ambos para descubrir la Verdad y el Amor. Aunque tenemos que recordar que es justo después de la mirada al espejo cuando ella lo abandona para visitar a su familia con la promesa de volver.

La última prueba es ésta. La Bestia tiene que dejar ir a Bella, a partir de este punto, todo depende de ella. Las dudas puestas en ella por sus hermanas, símbolos de lo material, continuan reteniéndola, pero ella se da cuenta de la realidad y recuerda su promesa, volviendo al castillo para encontrar a la Bestia agonizando en su jardín de rosas.

Este último escenario no es mera coincidencia, pues por fin Bella ha entrado al jardín de la Rosa, ha podido traspasar el umbral, y a diferencia de su padre, quien es sentenciado a muerte por el guardián (la Bestia), ella llega a redimirlo en lugar de retarlo. Ella logra obtener la rosa no por medio del hurto, sino de la consideración y del Amor, venciendo las apariencias y liberando a la Bestia, pero también a ella misma.

En Disney, éstos últimos episodios tienen que ver con la incurrencia de Gastón, el antagonista de la historia, que representa la materialidad, la fuerza bruta y desmedida, la egolatría y la ignorancia quien apoyado por la gente del pueblo, que temerosa e ignorante, van a atacar el castillo de la Bestia, donde el héroe es casi asesinado por estas fuerzas negativas.

En ese momento la Bestia muere, al igual que la ilusión de la monstruosidad y de las cosas materiales, pero el príncipe virtuoso vive. Bella y el príncipe, transformado a su apariencia humana, alcanzan la plenitud espiritual, ambos como dos mitades de una sola cosa, como dos lados de la misma moneda, que al juntarse se liberan el uno al otro, por medio del Amor y la Virtud, descubriendo que estos dos son superiores a cualquier obstáculo y son mayores que la ilusión que divide lo bello de lo bestial.

martes, 15 de junio de 2010

La Humanidad y el sufrimiento

El sufrimiento es parte de la vida, una cuestión básica por la que cualquier ser vivo tiene que pasar en algún momento de su existencia, de hecho en varios. La humanidad desde que comenzó a caminar por la Tierra se ha preguntado acerca de esta cuestión y ha tratado de resolverla por medio de la filosofía, la teología y demás disciplinas. ¿Por qué existe el sufrimiento? Y si hay una Divinidad ¿Por qué lo permite? No es un tema fácil ni sencillo, muchos han pasado toda su vida pensando el porqué de ésta y otras cuestiones sin llegar jamás a una resolución.

En la antigüedad se creía que el sufrimiento preovenía de las malas acciones que uno cometía, de los pecados contra Dios, la naturaleza y la humanidad. Esto es conocido como la ley del Karma por los hinduistas, que establece que lo que uno piense, hable o haga tiene repercusiones en el mundo y que cada una de ellas regresará hacía nosotros; es el tan conocido "ojo por ojo, diente por diente" hebreo o simplemente la ley de Newton de "a toda acción corresponde una reacción de la misma intensidad y magnitud pero en sentido contrario".

Bajo esta óptica todas las desgracias y males que aquejan a la humanidad son producto directo de las malas acciones y el sufrimiento que ocasionan éstas. Aunque existen otras perspectivas como la nacida del cristianismo con "el pecado original", que basándose en la historia de Adán y Eva bíblicos, nos dice que el sufrimiento fue insertado en el mundo cuando los padres primordiales de la humanidad comieron del fruto prohibido. Desde entonces la existencia de cualquier ser humano está ligada al sufrimiento.

La causa del sufrimiento humano para los griegos es Pandora, una mujer curiosa que liberó las desgracias al abrir una caja otorgada por los dioses a su cuidado con la promesa de no ver su contenido. Según los budistas el sufrimiento proviene del deseo, el desear algo provoca necesariamente el sufrir, la única manera de liberarse es por medio de dejar los apegos y deseos, reconociendo la vida material como una ilusión de la que sólo es posible salir por medio de alcanzar el Nirvana.

El sufrimiento es real, diario vivimos junto a él y con él, viéndolo en gente desconocida o dentro de nuestras propias casas. Mucha gente piensa que si uno es bueno necesariamente cosas buenas le sucederán a uno, y a la inversa también, reduciendo todo a una cuestión de premios y castigos. Y en parte así es, es una de las tantas leyes universales, pero existen otras que hacen excepciones a la regla.

A lo largo de los siglos hemos observado como hombres y mujeres de bien, llenos de virtud y bondad, han sido perseguidos, torturados y asesinados sin razón, muriendo como mártires, héroes y santos. No vayamos tan lejos, tan sólo a nuestro vecino que es una persona admirable pueden estarle pasando muchas cosas muy malas.

Pero la realidad es, que generalmente es a las mejores personas a las que les pasan las peores cosas, porque ellos son los que necesitan ser probados para ir avanzando por la senda de la existencia. Cada problema aparente es sólo una manera de demostrarnos a nosotros mismos de nuestro potencial y nuestra fuerza de voluntad para trascender.

La humanidad viene a ser el cordero del sacrificio, la carne que ha de entregarse al dolor, la destrucción y la muerte, para ser purificada por el Fuego y finalmente ascender. He ahí la naturaleza del sufrimiento, que es parte esencial de la vida, como una forma de aprendizaje, como una serie de lecciones que nos van acercando cada vez más a nuestra verdadera naturaleza.

El ser humano es en sí, el Hijo, fruto de el Padre (Espíritu) y la Madre (materia), dos aspectos del mismo Ser, que se funden en uno nuevo cuya misión es trascender. Pero la misión de la humanidad es entonces aprender todo lo que haya que aprender, por los medios necesarios. Esto involucra caer y levantarse, acertar y errar, ser castigados y aprender de los errores y fracasos, sufrir, pero también gozar.

La Divinidad, como lo han venido enseñando los santos, profetas y Avatares puede ayudarnos si nosotros nos proponemos a ayudarnos a nosotros mismos. Todo el potencial está encerrado dentro de nosotros y está en nosotros el utilizarlo para bien o para mal, para destruir o crear. Ni Dios ni los dioses son capaces de liberarnos del sufrimiento, no porque no puedan, sino porque es nuestro destino aprender y trascender. "Los Dioses no harán nada que no hagamos nosotros por nosotros" decía Beowolf, el héroe nórdico.

Somos un gran sacrificio, como lo veían los prehispánicos, hijos de la sangre y las lágrimas de Quetzalcóatl. Ya había quedado expuesto en las palabras de Cristo: "Sangre que será derramada por todos los hombres para el perdón de los pecados". Como tales, debemos entregarnos al Fuego, que es creación y destrucción, pero sobre todo, transformación. El sacrificado es dos cosas complementarias: un místico resignado a la voluntad Divina y un guerrero poderoso capaz de sufrir el dolor para transformarse en algo más.

domingo, 16 de mayo de 2010

Perseo

Justificar a ambos lados
El rey Acrisio estaba muy preocupado. Por más que se había esforzado, su reina no le daba un hijo varón para continuar su estirpe. La única descendencia que tenía era su bella hija, Danaé. Así que el rey de Argos se dirigió al Oráculo.

Pero el Oráculo jamás responde una pregunta sin enigma, da una respuesta pero suscita muchas más preguntas. Acrisio preguntó acerca de tener un hijo varón. El Oráculo le respondió que habría un niño, pero que no sería hijo suyo, sino de su hija, Danaé. Este niño estaría destinado a matarlo un día.

El rey, aterrorizado, mandó encerrar a su hija en una torre. Nadie podría verla y así, no podría embarazarse ni tener al hijo al que tanto temía. Danaé vivía en una obscuridad casi completa, a excepción de la brillante luz del sol que entraba por una ventana de la mazmorra.

Lo que el rey Acrisio no sabía, era que Zeus había estado viendo la bella y amable figura de su hija, mirando a través de su ventana. Así, que se convirtió en la luz más brillante, de oro solar, bañando a la princesa en un halo de irradiante luz. Danaé quedó encinta del rey de los dioses. Algún tiempo después nació Perseo. El silencio que reinaba en el palacio desde la prisión de Danaé se rompió y comenzaron a oírse risas y alegría.

El rey apresurado subió a la torre a ver que sucedía. Grande fue su sorpresa al ver a su hija y al que era su nieto. Acrisio sabía que no podía matar él mismo a Perseo, pues podría traer para sí la ira de Zeus, así que decidió encerrar a Danaé y su hijo en un sarcófago, arrojándolo posteriormente al mar, esperando que las olas los arrastraran hacía la muerte.

Pero Zeus tenía un destino diferente para ambos. Un pescador, llamado Dictis, encontró el sarcófago y rescató de su interior a Danaé y Perseo. Desde entonces, madre e hijo vivieron una existencia humilde como pescadores en Serifos. Pero la bella Danaé atrajo las miradas de Polidectes, el gobernante de la isla, que deseoso de poseerla, vio al joven Perseo como un obstáculo.

Así que decidió pedirle al joven un regalo de bodas supuestamente de su casamiento con Hipodamia, que era una cortina de humo. Sabiendo que no tendría con que pagar el presente, Perseo ofreció en su lugar la cabeza de Medusa, la gorgona. Ésta vivía junto con sus hermanas lejos, en un lugar desconocido de donde nadie había regresado nunca.

Las gorgonas eran seres monstruosos, mujeres con aliento fétido como la muerte, alas de bronce y una cabellera de serpientes. Esteno y Euriale, eran inmortales al haber sido concebidas por Forcis y Ceto, monstruosas deidades de la profunda obscuridad del océano. Medusa era la única mortal, ya que había sido una sacerdotisa castigada por Atenea, por profanar su templo al haber yacido junto a Posedón, el rey de los mares, dentro de él. Los largos y hermosos cabellos de Medusa se convirtieron en serpientes y Atenea se aseguró de que ningún hombre volviera a mirarla, dándole una vista que transformaba a cualquiera que la viera en piedra. Grandes guerreros, reyes y príncipes, ejércitos enteros intentaron matarla, pero en vano.

Polidectes creyó haber triunfado en su intento por comprometerse con Danaé, ya que su hijo emprendería un viaje suicida del que pensó que no regresaría. Pero Perseo no estaba solo. Zeus cuidaba bien de su hijo, y mandó a Hermes, el mensajero de los dioses y a Atenea, la diosa de la sabiduría, a auxiliarle.

Ambos le dieron regalos para poder completar la gran hazaña que estaba dispuesto a hacer: una poderosa hoz para cortar la cabeza de la gorgona, un brillante escudo y un par de sandalias aladas. La divinidad del ingenio y la del conocimiento le aconsejaron a viajar al Inframundo, para preguntar a las grayas, hermanas de Medusa, donde podría encontrarle.

Perseo partió al Inframundo. Gracias a las sandalias aladas que le había proporcionado Hermes, pudo pasar sin problemas por sobre el río Esitigia y llegar a donde estaban las grayas. Éstas eran tres brujas ciegas, hermanas de las gorgonas. Sólo veían gracias a un único ojo que compartían entre ellas y que les daba el don de la clarividencia. Eran despiadadas y crueles.

Perseo pudo astutamente robarles el ojo a las tres brujas, que, indefensas, cedieron a decirle donde encontrar a sus hermanas. Además de darle el consejo de acudir con las ninfas del Estigia, hijas de Hades, que podrían ayudarlo aún más. El héroe les devolvió su ojo, ante lo cual, las grayas lo maldijeron con morir al enfrentarse a sus hermanas, previniéndolas con una voz poderosa que las gorgonas escucharon a distancia.

Perseo partió a ver a las ninfas del Estigia, bellas deidades hijas de Hades y Perséfone. El rey del inframundo sabía bien que su sobrino iba en la peligrosa travesía y le prestó su propiedad más valiosa, el casco de invisibilidad que habían forjado los cíclopes para vencer a los Titanes en la edad antigua. Las ninfas le dieron la reliquia con la promesa de regresarla una vez terminada la tarea.

El héroe llegó al Erebo, la región más obscura del Inframundo, donde habitaban las gorgonas. Ellas sabían que él iria trás Medusa, y podían olfatear su carne, mitad humana y mitad divina. El lugar donde residían estaba plagado de estatuas, anteriormente hombres, que al ir en la búsqueda de la gorgona habían perecido al ver su mirada y quedar convertidos en piedra.

Medusa, Esteno y Euriale buscaron a tientas a Perseo, invisible gracias al casco de Hades. Él no podía mirar directamente a Medusa porque si no moriría transformado en piedra, asi que observó a través del brillante escudo otorgado por Atenea. La gorgona lo invitaba a mirarla, a acercarse más. Pero entonces, de un tajo, Perseo cortó la cabeza de Medusa, guardándola en un saco y acto seguido escapó del lugar. Esteno y Euriale, las inmortales, quedaron impasibles ante la muerte de su hermana.

Perseo devolvió el casco de invisibilidad a Hades, pero conservó las sandalias aladas, la hoz y el escudo que le habían regalado sus medios hermanos, Atenea y Hermes. Y se dirigió de regreso a casa, pero en el transcurso vio al titán Atlas, fatigado por su eterna carga de soportar el peso de los cielos. Sintió pena por él y le mostró la cabeza de Medusa, convirtiéndolo en piedra y transformándolo en el monte Atlas, liberándolo de su castigo.

Retomó su camino, pero se topó esta vez con el amor de su vida, Andrómeda, la princesa de Etiopía, que había sido encadenada a una roca en el mar para ser devorada por Ceto, una monstruosa y antigua deidad de las tenebrosas profundidades del mar. Su madre Casiopea, aseguró que su hija era más bella que las hijas de Poseidón, ante lo cual, el dios, furioso por la insolencia, mandó a Ceto a destruir la ciudad y sus habitantes o a recibir, a cambio, a la princesa etiope.

Perseo, enamorado de Andrómeda, la liberó de sus cadenas y luchó contra Ceto. La monstruosa deidad fue herida por la hoz mágica de Perseo, que volaba audazmente entre sus garras. Pero al ser una deidad era inmortal, por lo que finalmente fue derrotada al mirar la cabeza de Medusa, que el héroe le mostró, instantaneamente convirtiéndola en un gran coral.

Andrómeda contrajó nupcias felizmente con Perseo, pero en la boda apareció el que se supone era su prometido anterior, Agenor, junto a un pequeño ejército de soldados suyos. Todos lucharon contra Perseo, que venció a varios. Pero el pleito era bastante desigual, así que sacó la cabeza de Medusa y convirtió en piedra a sus enemigos.

Perseo viajó a Serifos junto a su amada esposa. Llegó al palacio del rey Polidectes, que había continuado acosando a su madre, que se había refugiado en un templo cercano junto a Dictis, el pescador hermano del rey. El joven héroe entró al salón de la corte aseverando que había traído la cabeza de Medusa. El rey se burló de él junto con su corte, todos incrédulos de tal milagro. Perseo sacó la cabeza y convirtió a todos en piedra.

Dictis y Danaé contrajeron matrimonio y gobernaron Serifos como buenos reyes. Perseo regresó a Argos para buscar a su abuelo y perdonarlo por sus acciones. Pero el rey huyó lejos. El héroe lo siguió, pero en Larisa se efectuaban unos juegos en los que participó. En el lanzamiento de disco, Perseo lo lanzó con tal fuerza que salió fuera de la vista y recorrió el mundo, golpeando a Acrisio en donde sea que estuviera y matándolo, cumpliéndose la profecía del oráculo.

Perseo no quiso gobernar Argos, la tierra que le pertenecía por derecho y la cedió, fundando una nueva ciudad, Micenas, donde viviria junto a Andrómeda que le daría siete hijos y junto a la que viviría feliz por el resto de su vida mortal, pero Zeus le hizo un último regalo: recompensó a Perseo con la inmortalidad y una existencia en el cielo junto a su amada Andrómeda.

La historia de Perseo puede verse simplemente como una bella y fantástica narración o como un medio para contarnos grandes verdades encerradas en símbolos. El mito nos ofrece varios niveles simbólicos que van dándonos mensajes diferentes, esto gracias a la multidiscursividad del mito.


El mito de Perseo es muy antiguo, sitúandose en una época cuando las viejas deidades del universo continuaban co-rigiendo el cosmos, en conflicto con las fuerzas Olímpicas, los nuevos dioses. Hijas de Forcis y Ceto, las gorgonas son deidades monstruosas que revelan el gran poder del océano furioso, que, anteriores a los dioses del Olimpo, no se ponen bajo su tutela. Su comportamiento brutal y su apariencia terrorífica indican que pertenecen a un estadío primitivo anterior a la Grecia clásica, cuando las fuerzas de la naturaleza se veían como espíritus devastadores.

En las religiones y mitologías, es siempre importante el cambio, el paso de las nuevas deidades, en forma, por sobre las antiguas, regenerándose una y otra vez el campo intelectual y espiritual. La lucha contra los titanes había finalizado, pero todavía quedaban varias divinidades conflictivas en el cosmos. Cabe destacar que estas deidades anteriormente tenían aspectos positivos en el viejo Orden del Mundo, pero en el Nuevo resultan obsoletas y hasta destructivas.

Perseo es hijo de la virgen Danaé y Zeus, el rey de los dioses del Olimpo. Su carácter como un dios solar se observa desde el principio, ya que su madre fue encinta por Zeus en forma de luz de oro solar, un brillo cegador que revela el carácter puramente espiritual de la concepción del héroe. Atenea y Hermes son los guardianes y guías de Perseo, destacando entonces la agudeza mental, el ingenio, el conocimiento y gran sabiduría que poseía. Las sandalias aladas simbolizan esta agilidad intelectual, y más que eso, una capacidad para ascender al Cielo, la esfera espiritual.

Las gorgonas en cambio simbolizan las fuerzas destructivas, las tinieblas, el océano furioso, la Tierra, la obscuridad y la muerte. Recordemos que Medusa fue castigada por acostarse con Poseidón dentro del templo de Atenea. Esto representa la lujuria y los bajos instintos por sobre el conocimiento, la sabiduría y la espiritualidad.

Perseo entonces, vence a Medusa, a esa parte bestial y destructiva que todos tenemos dentro. Para esto, él necesita bajar al Inframundo, al mundo inconsciente, la parte más obscura y oculta de nuestra psiquis, donde se alojan los más bajos instintos, deseos reprimidos y miedos más grandes. El casco de invisibilidad de Hades es esa parte etérea y espiritual que no podemos ver y que adquiere el héroe. Las gorgonas, al ser encarnaciones de la materia no son capaces de percibir a Perseo, que es un ser espiritual, sólo pueden buscarlo a tientas con sus sentidos, pero no lo encontrarán porque es algo invisible, etéreo.

La posterior derrota de Ceto, la obscura deidad del mar, madre de las gorgonas, las grayas y una serie de monstruos, representa nuevamente a Perseo como un vencedor sobre las aguas del subconsciente y el inconsciente. Él ya pudo enfrentar a sus demonios e incluso destruir a un titán con el nuevo poder que ha adquirido, la fuerza de sus temores, deseos y pasiones, pero enfocadas hacía la luz, al intelecto y al espíritu.

Perseo libera a Andrómeda que se halla encadenada en una roca en el mar, es decir, atada en el subconsciente y también en la materia, misma que está dispuesta a devorarla. El héroe corta sus cadenas y la lleva consigo, al mundo de las ideas, al reino espiritual que él ya ha alcanzado. Andrómeda simboliza al amor alcanzado finalmente después de las pruebas de autoconocimiento y autorealización.

La mirada de Medusa es esa parte inconmesurable de la divinidad que no todos pueden ver, ya que si lo hacen, es inevitable la muerte. Pero Perseo fue capaz de observarla, no directamente, sino a través del espejo de su escudo, a través de sí mismo, al identificarse con su propio mal, su propia obscuridad, se da cuenta del gran poder que encierra la gorgona, pero también que ese poder es suyo y está dentro de él. Después de la muerte de Medusa, Perseo tiene el poder del monstruo, se ha dado cuenta de su gran fuerza interna, misma que, quien quiera que la vea, sea humano, dios o titán, tendrá el destino de convertirse en piedra.

La historicidad de Perseo es algo que no vale la pena de ponerse en duda o no. La antigüedad del mito hace del héroe alguien equiparable a Moisés, Homero o Valmiki, de quienes no se sabe con seguridad de su existencia histórica. Sin embargo cabe destacar varios aspectos. Uno de ellos es que si es bien cierto que Perseo vence a las antiguas deidades del mar, él mismo está relacionado con el agua.

Es arrojado al mar en un sarcófago, de igual manera en que Osiris es arrojado en un ataúd al Nilo y Moisés es depositado en la canasta en el mismo río sagrado. Aquí es donde Perseo es rescatado por un pescador y a su vez, se hace de oficio pescador. Él es también hijo del océano, y por tanto tiene poder por sobre estas fuerzas marinas.

El pescador está relacionado con el signo de Piscis, el misticismo; y al igual que Jesús de Nazareth, cuyo símbolo era el pez y que entre sus discípulos tiene a varios "pescadores", Perseo sin lugar a dudas era un gran místico y un Christos, un Hijo de Dios. Aquí el término "pescador" no es precisamente quien busca peces, sino quien trata con los hombres para llevarlos al espíritu, que no está fuera de ellos, sino en su interior.

La iniciación de Perseo se observa en el momento en que viaja al Inframundo, cuando sufre la muerte simbólica. Ahí debe robar el "ojo" de las grayas, que es la apertura del tercer ojo, del chakra de la mente para posteriormente abrir el séptimo y último chakra, el del espíritu, que se concreta cuando le es entregado el casco de la invisibilidad, que no es otra cosa que el poder espiritual pleno, lo etéreo que el iniciado aprendió con Hades, el rey del submundo, quien tiene los secretos más allá de la muerte, más allá de la materia, en el reino del Espíritu.

Posteriormente, Perseo prosigue a vencer a sus demonios, a sus titanes destructivos, a Medusa y sus hermanas, así como el Buddha Siddharta vence a Mara y Jesús el Cristo a Lucifer. Aquí el héroe recibe el poder de la segunda prueba, la del demonio interno, que, según la tradición antigua, debe servirle hasta el final. Perseo ha demostrado el poder del espíritu por sobre el de la materia, la vida sobre la muerte, la luz sobre la obscuridad.

Después de esto, Perseo regresa al mundo, resucitado, pues ya ha regresado de la tierra de los muertos, para liberarlo de la ilusión de la aparente realidad del mundo material, para llevarlos al reino espiritual de su padre, Zeus.

Así vemos a un Perseo condolido por la situación de Atlas, al que por medio de su poder, transforma en piedra librándolo del castigo eterno de soportar el cielo. Aquí el titán es la humanidad cargando al mundo espiritual a su espalda sin notar que está dentro de ella misma.

La cabeza de Medusa comparte un rico significado relacionado con otras "cabezas" sagradas, como la de Orfeo, Osiris o Juan el Bautista, estás representan en cierto sentido el Santo Grial, la copa de la inmortalidad, el Baphomet de los Templarios. Este nombre que significa, entre otras cosas, "Cabeza de conocimiento", "Bautismo de inteligencia", "Padre del templo de la luz de todos los hombres", sigue encerrando el sentido del conocimiento, la inteligencia y la espiritualidad por encima del reino físico.

Esta referencia griálica, se observa además en cierto hecho: cuando muere la gorgona, un lado de la sangre que emana de su cabeza es mortalmente venenosa, una gota, y el ser que la toque morirá al instante; pero el otro lado sirve para curar, dar inmortalidad e incluso traer a los difuntos de regreso de la muerte. El Grial es el contenedor de la sangre divina, capaz de hacer inmortal a quien beba de ella. La sangre, puede matar o dar vida a quien la use, pero tiene que saber utilizar su poder o morir en la ignorancia.

Andrómeda también es la humanidad, atada por la vanidad (representada en su madre, Caciopea), atrapada en el mundo del subconsciente, en las aguas del destino, manipuladas por una realidad material y los vicios y la destrucción que vienen a devorarla, simbolizados en Ceto. Pero Perseo logra liberarla del monstruo, mismo que destruye con su fuerza interna, y la lleva cargando, con sus sandalias aladas, hacía el Cielo.

Las posteriores confrontaciones contra el ejército y el prometido de Andrómeda y contra el rey Polidectes representa esa parte materialista, incrédula y viciosa, que no es capaz de ver al creer, sino que necesita pruebas, aún de lo inmanente y lo que no se puede ver.

Pero en su afán de mirar esta divinidad que resulta incognoscible, no pueden resistir la Realidad Última, la Verdad Suprema, y mueren convertidos en piedra por el poder de ésta. Esto tiene relación con la mujer de Lot convertida en estatua de sal al ver la magnificencia de Yahvéh al destruir Sodoma y Gomorra y con Arjuna horrorizado al ver la infinidad de Vishnú manifestado en Krishna.

Finalmente, Perseo y su esposa, Andrómeda, se vuelven inmortales y ascienden al Cielo, al Olimpo y a lo más alto de las estrellas. Perseo, más que ser un guerrero físico, es uno espiritual, un místico que se entrega en su fervor al Dios Altísimo. El héroe se hace uno con su padre Zeus, alcanza la iluminación y se funde con el Infinito y Eterno.