jueves, 27 de diciembre de 2012

La Esfinge y la Cruz


El siguiente, es un fragmento del texto de Eliphas Levi, titulado "Dogma y Ritual de Alta Magia". Es un texto pequeño pero lleno de significado, que nos expresa una enseñanza que, si bien, resulta profética en cierto sentido, resulta aún más impresionante en la cuestión de presentar la espiritualidad como una sola, unificando Dios, hombre y mundo...


-¿Qué es el hombre? - preguntó la Esfinge a la Cruz. Y la Cruz respondió a la Esfinge preguntándole: -¿Qué es Dios?

Diez y ocho veces, el viejo Ahasverus, dio vueltas al globo; entre el final de todos los siglos, y en el comienzo de todas las generaciones, pasó cerca de la Cruz muda y delante de la Esfinge inmóvil y silenciosa. Cuando estuviera cansado de caminar siempre, sin llegar a ningún lado, es que él reposará y entonces, la Esfinge y la Cruz hablarán a su vez para consolarlo.

-Yo soy el resumen de la sabiduría antigua – dirá la Esfinge. Soy la síntesis del hombre. Tengo una frente que piensa y pechos que se inflaman de amor, tengo garras de león para la lucha, flancos de toro para el trabajo y alas de águila para subir a la luz. Sólo fui entendida en los tiempos antiguos por el ciego voluntario de Tebas, este gran símbolo de la misteriosa expiación, que debía iniciar a la humanidad en la eterna justicia; pero ahora el hombre no es más el hijo maldito, que un crimen original hace exponer la muerte de Cytheron; el padre vino, a expiar el suplicio del hijo, la sombra de Layo generó los tormentos de Edipo, el Cielo explicó al mundo mi enigma en esta Cruz. Es por eso que yo me callo, esperando que ella misma se explique al mundo; reposa Ahasverus, porque es aquí donde termina tu doloroso viaje.


-Yo soy la llave de la sabiduría futura - dirá la Cruz – Soy el signo glorioso del stauros, que Dios colocó en los cuatro puntos cardinales del Cielo para servir de doble eje del Universo. Expliqué en la Tierra el enigma de la Esfinge, dando a los hombres la razón del dolor: logré consumar el simbolismo religioso realizando el sacrificio. Yo soy la escalera sangrienta por la cual la humanidad sube a Dios y por la cual Dios desciende hacia los hombres. Yo soy el árbol de sangre, y mis raíces beben en toda la Tierra, para que no se pierdan, y formé en mis brazos frutos de devoción y amor.

Soy la señal de la gloria porque revelé la honra; y los príncipes de la Tierra me colgaron al pecho de los bravos. Uno de ellos me dio un quinto brazo para hacer de mí una estrella; pero siempre me llamo Cruz. Tal vez aquel que fue el mártir de la gloria previa al sacrificio, quería, aumentando un brazo a la cruz, preparar un descanso para su propia cabeza al lado de la de Cristo.

Extendiendo mis brazos a la derecha como a la izquierda, esparzo bendiciones de Dios sobre Magdalena y sobre María; ofrezco la salvación a los pecadores y a los justos la nueva gracia, espero unir a Cain y Abel para reconciliarlos. Debo servir de punto de unión entre los pueblos y debo presidir al último juzgamiento de los reyes; soy el resumen de la ley por que traigo escrito en mis brazos: Fe, Esperanza y Caridad. Soy el resumen de la ciencia, por que explico la vida humana y el pensamiento de Dios.

No temas, Ahasverus, no temas mi sombra. El crimen de tu pueblo se tornó el del Universo, porque también los cristianos crucificaron a su Salvador. Ellos lo crucificaron lanzando a los pies su doctrina de la comunión, ellos lo crucificaron en la persona de los pobres, ellos lo crucificaron maldiciéndote a ti mismo y prescribiendo tu exilio; pero el crimen de todos los hombres, los envuelve en el mismo perdón; y tú, Caín humanitario, tú, el más viejo de los que la Cruz debe rescatar, ven, reposa bajo uno de mis brazos, todavía teñido con la sangre del Redentor.

Después de ti vendrá el hijo de la segunda Sinagoga, el pontífice de la ley nueva, el sucesor de Pedro; cuando las naciones hayan proscrito todo, cuando no hubiera sino la corona del martirio, y cuando la persecución haya hecho sumiso y dócil como el justo Abel, entonces vendrá María, la mujer regenerada, la madre de Dios y de los hombres, y ella reconciliará al judío errante con el  último Papa, después comenzará de nuevo la conquista del mundo para darlo a sus hijos. El amor regenerará las ciencias, la razón justificará la fe.

Entonces seré el Árbol del paraíso terrestre, el Árbol del Bien y el Mal, el Árbol de la libertad humana. Mis inmensas ramas cubrirán al mundo entero y las poblaciones abrigadas descansarán debajo de mi sombra; mis frutos serán el alimento de los fuertes y la leche de los niños y las aves del cielo, esto es, los que pasan cantando, llevados en las alas de la inspiración sagrada, estos reposarán en mis ramas, siempre verdes, siempre cargadas de frutos. Reposa pues, Ahasverus, en la esperanza de ese bello porvenir, porque aquí es el término de tu doloroso viaje.

Entonces el judío errante, sacudiendo el polvo de sus pies doloridos, dirá a la Esfinge:
-¡Yo te conozco desde hace mucho! Ezequiel te veía, atada en ese carruaje misterioso que representa el Universo y cuyas ruedas estrelladas giran unas en las otras. Realicé por segunda vez los destinos errantes de Cytheron, como él, y maté a mi padre, sin conocerlo, cuando él decidió realizarse y cuando llamé sobre mí la venganza de su sangre, me condené a mí mismo a la ceguera y al exilio. Yo huía de ti y te buscaba siempre, porque eres la causa primera de mis dolores. Pero tú viajabas penosamente como yo, por caminos diferentes, debíamos llegar juntos, bendita seas tú, el genio de las edades antiguas, por haberme llevado al pie de la Cruz.

Después, dirigiéndose a la propia cruz, Ahasverus, dirá enjuagando su última lágrima:
-Desde hace diez y ocho siglos te conozco, porque yo te vi llevada por el Cristo que sucumbió sobre ese fardo. Volteé la cabeza y te blasfemé entonces, porque todavía no había iniciado en la maldición; era mi religión el anatema del mundo para hacerle comprender la divinidad del maldito; es por eso que sufrí con coraje mis dieciocho siglos de expiación, viviendo y sufriendo siempre en medio de las generaciones que morían a mi alrededor, asistiendo a la agonía de los imperios y atravesando todas las ruinas y miraba con ansiedad para ver si estabas caída, y después de todas las convulsiones del mundo, siempre te veía de pie.

Pero no me aproximaba a ti, porque los grandes del mundo te habían profanado y hecho de ti el patíbulo de la Libertad Santa. No me aproximaba a ti, porque la Inquisición había entregado a mis hermanos a la hoguera en presencia de tu imagen, no me aproximaba a ti por que no hablabas lo que los falsos ministros del Cielo hablaban en tu Nombre, de daños y venganza, y sólo podía oír las palabras de misericordia y unión. Por eso, desde que tu voz llego a mi oído, sentí mi corazón cambiado y mi consciencia se calmó. ¡Bendita sea la hora que me llevo al pie de la Cruz!

-Entonces una puerta se abrirá en el Cielo y la montaña del Gólgota será su suelo, y delante de esta puerta, la humanidad verá con admiración, la Cruz radiante guardada por el judío errante, que colocará a sus pies el bastón de viaje, y por la Esfinge, que extenderá sus alas y tendrá los ojos brillantes de esperanza, como si fuese a tomar un nuevo vuelo y a transfigurarse.

Y la Esfinge responderá a la pregunta de la Cruz, diciendo:
-Dios es aquel que triunfa del mal por la prueba de sus hijos, aquel que permite el dolor, porque posee en sí el remedio eterno; Dios es aquel que Es, y delante de quien el mal no existe.

Y la Cruz responderá al enigma de la Esfinge:
-El hombre es el hijo de Dios que se inmortaliza al morir, y que se liberta por un amor inteligente y victorioso, del tiempo y de la muerte; el hombre es aquel que debe amar para vivir y que no puede amar sin ser libre, el hombre es el hijo de Dios y de la Libertad.

lunes, 22 de octubre de 2012

Las ventajas de ser invisible


Generalmente, vemos películas para entretenernos, para saltar a mundos alternos, que pueden ser fantásticos o no, pero que definitivamente nos colocan en un contexto diferente al que generalmente vivimos, para salir de la cotidianidad y olvidarnos de nuestros problemas por 90 minutos, aproximadamente. 

Normalmente, vemos películas con grandes efectos especiales y mucha producción, pero a veces, nos topamos con películas más sencillas, pero con un guión excelente, muy bien trabajado y que no sólo nos entretiene, sino que nos enseña cosas, nos hace preguntarnos acerca de la vida y cuestionarnos los temas importantes del amor y la amistad.

The Perks of being a wallflower (Las ventajas de ser invisible, en México) de Stephen Chbosky es una de estas películas, con un excelente guión, que nos hace cuestionarnos y recordar las cosas que le dan sabor y significado a la vida.

La historia se centra en Charlie (Logan Lerman), un chavo que está entrando en la preparatoria y que desde el primer día, está preparado para ser "invisible", pasar desapercibido, sin pena ni gloria, a pesar de ser muy inteligente y culto (cosas que en las preparatorias de E.U.A. no es tan apreciado por la comunidad estudiantil en general).

Pero para fortuna suya, encuentra a Patrick (Ezra Miller) y Sam (Emma Watson), dos estudiantes de último año, hermanastros, que son lo que en general se diría, los "raros del salón"; y con quienes iniciará una amistad que lo llevará a conocer la vida preparatoriana y mucho más que eso. No les arruinaré la sorpresa con spoilers, pues me parece que es una película altamente recomendable, que vale mucho la pena ver, por la calidad de la historia y sus personajes. Así que les contaré acerca de varias de las cosas que me hizo pensar este filme tan bueno.


Primero, les contaré que fui a verlo por obra del Destino, porque unos buenos amigos me invitaron a verlo, casualmente. Accedí y a decir verdad, no tenía idea de lo que iba a ver. Pero desde el principio, me metí en la película. No fue difícil identificarme con el personaje principal, un chavo con gran interés por los libros y el deseo ferviente de ser escritor, muy familiar y con gran corazón. A pesar de su pasado trágico, Charlie se halla dispuesto a seguir adelante con su vida, por más difícil que esto pueda resultar.

Muchas veces nos preguntamos ¿por qué la gente buena pasa por cosas malas? Siempre nos han dicho que a la gente buena le pasan cosas buenas, que si actúas correctamente serás siempre recompensado. Hasta cierto punto, esto es cierto. Sin embargo, la vida es una escuela y a todos nos toca aprender lecciones muy duras. Es siempre más difícil ser noble y virtuoso que lo opuesto, eso es un hecho.

Ciertamente podemos atravesar por lapsos en los que parece que todo está mal y que no podemos resolver nada, sin embargo, es en esos momentos en los que debemos permanecer firmes y luchar. Tener esperanza cuando todo lo demás se ha perdido y continuar nuestro camino. Siempre es positivo pensar, que aquello que nos agobia hoy será algo de lo que nos reiremos mañana, y casi siempre es cierto.

Otra pregunta que me hice al ver el filme, es ¿por qué gente buena termina con gente que no las merece? Sí, nos ha pasado que conocemos a alguien que es una persona noble, de buenos sentimientos, inteligente y hasta guapa con buen cuerpo y termina con gente que es lo opuesto. ¿Cómo pasó eso? Y lo peor es cuando una buena amiga, un primo o quien sea, se encuentra enredado es esas situaciones.

En la película, dan una respuesta a esta pregunta: Aceptamos el amor que creemos merecer. A veces pensamos que no podemos aspirar a más, que nos quedaremos solos y ese miedo, a la soledad, es uno que atrae muchos problemas consigo, haciendo que incluso no nos valoremos. Peor si es una persona que queremos a la que le pasa eso, ya que no puedes sacarla de ahí por ti mismo, sino que es ésa persona quien debe darse cuenta y actuar.

Afortunada o desafortunadamente, no hay nada que podamos hacer al respecto, y esto se relaciona con otro cuestionamiento: ¿Por qué no podemos salvar a las personas que amamos? Todos hemos pasado por momentos en los que vemos a nuestro mejor amigo deprimido por alguna razón, en la que nuestro hermano se halla hundido en sus problemas o nuestro vecino se agobia por la vida.

En algunos casos, podemos ayudarlos a salir de su dilema, actuando junto a ellos, proporcionándoles consejo o algunas palabras para alentarlos. Pero también, nos daremos cuenta con el tiempo, que no siempre podemos ayudarlos, salvarlos, no importa cuán duro tratemos, ni cuánto nos esforcemos, a veces no es posible. Y resulta ser, que la respuesta es, que no podemos salvar a quien no quiere ser salvado, por mucho que nos duela y por más difícil que nos resulte.

Sí, la vida puede ser dura, muy dura. Nuestros esfuerzos resultan inútiles y nos sentimos impotentes, de no poder hacer más por las personas que amamos. Nos decimos a nosotros mismos que no los dejaremos, y así es, pero no podemos hacer mas que estar ahí y esperar a que salgan de esa obscuridad.

Otro pensamiento, me llevó a preguntarme acerca de la amistad. Muchos pensadores afirman que “amistad que termina, es que no había comenzado” o “la amistad trasciende vidas”, lo que nos dice que la amistad es “para toda la vida”. El ideal de la amistad (como el del amor) afirma que no importa el tiempo ni la distancia, siempre durará. Pero existen momentos decisivos en nuestra vida, en los que las personas salen de ella, por una u otra razón.

Es ahí donde surgen las interrogantes ¿fue amistad o sólo una ilusión? ¿la amistad tiene fecha de caducidad? Es difícil desprenderse de un amigo, aun cuando ya no actúe como tal con nosotros. Probablemente se haya creado cierta distancia con ellos, por algún problema o enfrentamiento, algún malentendido, la falta de tiempo para verse…

No lo sé, pueden ser tantas cosas. Sin embargo, en el filme se aprende algo, que no importa cuán lejos (literal o metafóricamente) estemos de nuestros amigos, la amistad que vive en nuestro corazón es la llama que no debe apagarse, mientras estemos dispuestos a estar ahí para ellos, cuando nos necesiten; cuando escuchemos el llamado y atendamos, cuando nos llamemos para tomar ese café o esa cerveza y nos dé tanto gusto encontrarnos, ahí vive la amistad.

Y es que The Perks of being a wallflower (Las ventajas de ser invisible) finalmente llega a una conclusión: la vida se trata de pequeños momentos, de instantes que capturan nuestra alegría y se traducen en felicidad.  De que en la vida debemos centrarnos en el aquí y en el ahora, viendo al pasado sólo para recordar los buenos momentos que disfrutamos y las cosas que aprendimos; y al futuro con la esperanza de que todo estará bien. Ahí perdemos nuestra finitud y nos volvemos infinitos, por un instante, mismo que captura la eternidad.



                                          




jueves, 9 de agosto de 2012

Ajedrez: el simbólico juego de la vida

La leyenda nos cuenta que hace mucho, mucho tiempo, vivía en la India un rey muy poderoso. Aunque tenía tierras, lujos y riqueza, lo que más valoraba era a su familia: su esposa y su único hijo.Pero un día, se desató una guerra con un reino vecino. El rey no deseaba exponer a su familia, pero el príncipe ya era un hombre adulto y decidió liderar las fuerzas de su padre, aún en contra de sus deseos. Finalmente, la guerra terminó en victoria para el rey, pero sólo por el sacrificio del príncipe, que murió a manos del enemigo.

El rey se entristeció en demasía, tanto que no comía y no bebía. La reina estaba muy preocupada por su esposo, y proclamó por el reino que aquél que pudiera devolver la alegría a su esposo, sería muy bien recompensado. De todas partes, llegaron magos, malabaristas, acróbatas, artistas de la más diversa índole. Pero ninguno agradaba al rey. Hasta que un día, un monje llegó al palacio.

Él le enseñó un curioso juego, que consistía en un tablero cuadrado, con 64 casillas, 32 blancas y 32 negras y 6 tipos de piezas: peones,  elefantes (caballos), torres, príncipes (alfiles), rey y reina. El juego era el ajedrez y el rey se interesó mucho; día con día aprendía más y más a jugar con el monje, aunque no le gustaba perder piezas. Hasta que en una ocasión, el rey tenía que sacrificar a su alfil para ganar el juego. "A veces hay que sacrificar un príncipe para salvar un reino", dijo el monje. El rey reflexionó las sabias palabras del hombre santo y por fin su corazón se alegró.

En recompensa el rey ofreció al monje lo que él deseara. El hombre no deseaba nada, pero el rey insistió tanto, que él le pidió un grano de trigo por el primer cuadro del tablero, dos por el segundo, cuatro por el tercero y así hasta completarse los 64 cuadros. El rey pensó que era algo insignificante, pero cuando el escriba hizo sus cálculos, determinó que no había suficiente grano en todo el reino para saldar la deuda. El monje sonrió y le dijo "recuerde que el ajedrez es el juego de la vida, y uno debe pensar dos veces antes de mover su pieza, antes de hablar y antes de actuar" y liberó al rey de su promesa.

El rey aprendió tanto del monje y su juego de ajedrez, que decidió expandirlo por el mundo. El día de hoy millones de personas juegan este maravilloso juego, aunque pocos conocen el significado detrás de los símbolos del tablero y las piezas.

El tablero es un cuadrado con 64 cuadros dentro, 32 blancos y 32 negros. El cuadrado es una figura de 4 lados de igual medida y 4 ángulos rectos. Está conformado por 2 lados horizontales paralelos y perpendicularmente otros dos lados verticales paralelos entre sí, siendo una figura equilibrada, estable y estática. El número 4 está asociado con la materia y sus cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra; también con los 4 puntos cardinales de la Tierra: Oriente, Occidente, Sur y Norte. 

Las líneas verticales simbolizan la unión entre lo que está arriba con lo de abajo, lo Celestial y lo Infernal, lo Espiritual y lo material, Dios y el hombre; además de marcar que todas las jerarquías se encuentran bajo una misma ley que desciende o asciende. Mientras que las líneas horizontales representan la igualdad sin jerarquías, la naturaleza igual de todas las cosas en Oriente y Occidente, que une lo que está en el lado derecho con el izquierdo, la luz y las tinieblas, lo masculino y lo femenino.

Ahora bien, el tablero de ajedrez se conforma por 32 cuadros blancos y 32 negros. El blanco y el negro simbolizan nuevamente las polaridades: masculino-femenino, negativo-positivo, vida-muerte, ying-yang, lo bueno y lo malo; que en el tablero, que simboliza el mundo y el camino de la vida, representan las buenas y malas acciones, las adversidades y los triunfos por sobre estas, los logros y derrotas; enseñándonos que debemos avanzar por sobre las adversidades al igual que lo haríamos por lo venturoso, por lo malo igual que por lo bueno. De igual forma, nos enseña a tratar a todos los seres humanos de igual forma, sin importar su raza, sexo, religión o ninguna otra índole, pues lo único que nos hace diferentes es el vicio y la virtud.

Hay seis tipos de piezas: Rey, Reina, Alfiles, Caballos, Torres y Peones. Las Torres son 4 y marcan las esquinas del tablero. En una primera instancia, representan el castillo, la fortaleza y el hogar. Son el edificio que resguarda los tesoros ocultos, y el hogar donde reside el fuego sagrado. La Torre representa lo inamovible, lo material y lo físico. Sus movimientos son fuertes y rectos, horizontales y verticales, directos y poderosos. Al igual que lo material es determinante y directo, es como es. 

Los Caballos representan a los Caballeros, aquellos que se ciernen por sobre los instintos para cabalgar por el camino de la virtud y combatir por su Señor, en la guerra y mantener el orden en tiempos de paz. Los Caballeros son quienes resguardan la Justicia entre todos bajo su cuidado, son quienes protegen y guían.  

El Caballo es la única pieza capaz de saltar a otras piezas con su movimiento en forma de "L" simboliza el intelecto que vence las pasiones y eleva al espíritu. En cada ejército del ajedrez hay dos caballos, uno que representa la inteligencia material y el otro la intuición espiritual, que deben complementarse para jugar en el tablero de la vida.

Los Alfiles representan al principado o al sacerdocio, ya que antiguamente, los príncipes y los sacerdotes tenían una educación similar, pues los hijos de los reyes eran enviados a los Templos a estudiar las ciencias y artes sagrados. A final de cuentas, el alfil representa las cuestiones sagradas, tanto esotéricas como exotéricas. Así como el caballo es la justicia profana, el alfil es la justicia sagrada. Su movimiento es discreto, siempre en diagonal, como los secretos de la espiritualidad. 

Esta pieza tiene la particularidad de que blancos o negros, jamás cambiarán su color, lo que significa que uno es el emisario de la vida y el otro de la muerte, del principio y del fin, los dos principios antagónicos y complementarios. Como guardianes del Rey y la Reina, que representan fuerzas cósmicas, son los sacerdotes con la llave de las puertas celestiales, que atan y desatan en la Tierra.

La Reina como su nombre lo indica representa en primera instancia a la gobernante, la Señora, esposa del Rey. Pero en un sentido más profundo, simboliza el principio material de la Gran Madre, es la Naturaleza que alimenta a sus hijos y los provee con alimento y sustento. Es la gobernante y la sacerdotisa, ambos aspectos, que se representan como la Tierra, que gobierna las pasiones e instintos; y la Luna, que rige la noche, las emociones y sentimientos, los secretos ocultos y las ilusiones, la personalidad y lo múltiple. Por algo es aparentemente, la pieza más poderosa del juego, capaz de moverse en cualquier dirección.

El Rey como resulta obvio, representa al gobernante, el Señor que con su fuerza, voluntad y sabiduría protege y guía a su pueblo, y que concentra en sí mismo, el arte del guerrero y el sacerdote. Aunque en lo profundo, simboliza al Espíritu, Único y Eterno. Es el gobernante del mundo que rige a todos, religiosos y laicos, ricos y pobres, nobles y plebeyos. 

También simboliza al Sol, el Astro Rey, que gobierna el día, el mundo luminoso de las ideas y los pensamientos, la Individualidad y lo Único, que rige la Verdad y la Justicia,  y esclarece las almas. En el tablero sólo existen dos Reyes, que simbolizan al Ser y al No-Ser, al Visible y al Invisible, que en el tablero luchan pero que son complementarios. Esta es la pieza más poderosa e importante del tablero, al capturar al Rey oponente, hemos vencido.

Pero aún queda otra pieza muy importante para el juego, una que es fundamental: el Peón, que a primera vista, resulta ser el campesino, el plebeyo que forma parte del pueblo regido por el rey. Pero recordemos que la fuerza de un reino no viene de sus gobernantes, sino de sus gobernados. Los peones son la primera línea, quienes conforman el grueso del ejército. 

Y en un sentido primordial, representan al ser humano, que resguarda tras de sí, la fortaleza, el intelecto, su conexión con lo sagrado, el poder femenino y masculino de la Naturaleza y el Espíritu, mismos que protege. El Peón es la única pieza que no puede hacer otra cosa más que avanzar hacía adelante sin dar marcha atrás. Aunque algunos en cuadros blancos y otros en negros, todos los peones comienzan su recorrido en una misma línea, lo que representa que a pesar de nacer en circunstancias diversas, todos somos iguales y tenemos un camino que recorrer, con triunfos y fracasos, adversidades y venturas, representadas como los cuadros blancos y negros.

En la mayoría de los casos, los peones no avanzan más allá de la 3a o 4a casilla. Pero aquellos que logran pasar las 7 casillas (que representan el número de la perfección, las 7 vibraciones universales que ascienden de la Tierra al Cielo) logran transformarse en lo que deseen, son el hombre realizado, el héroe que ha alcanzado la Inmortalidad y ha abandonado su condición humana para convertirse en algo más, quien ha trascendido las pruebas terribles para encontrarse con la Divinidad y ser uno con ella.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Perséfone: símbolo de la psique

Perséfone era una joven y bella diosa, hija de Deméter, señora de los campos y la fertilidad. Como toda joven, Perséfone quería salir a divertirse, sin embargo, su madre no se lo permitía. Siempre la tenía a la vista, no dejándola sola ni por un instante, para cuidarla bien; siempre prohibiéndole hacer cosas, sobreprotegiéndola.

La joven diosa se sentía agobiada por el constante cuidado de su madre. Pero un buen día, logró convencerla de que la dejara en un prado para cortar flores, junto a sus compañeras, las ninfas. Deméter de mala gana la dejó quedarse sin su supervisión, con la promesa de que no se movería del prado hasta su regreso. Pero lo que ninguna de las dos se imaginaba, es que estaban siendo observadas muy de cerca.

Desde las profundidades de la Tierra, Hades, señor del Inframundo, había visto a la radiante y hermosa Perséfone y se había enamorado de ella. Cuando Deméter dejó a su hija en el prado, el suelo se abrió, revelando al obscuro dios, montado en un carruaje tirado por dos córceles negros como la muerte. Mientras varios autores nos dicen que el Rey del Inframundo la raptó, Ovidio nos cuenta, que al verlo, Perséfone sintió “un funesto deseo” de seguirlo, enamorándose de él y acompañándolo voluntariamente al Inframundo, el reino de los muertos.

Deméter regresó al campo pero no encontró a su hija. La buscó por todos lados sin hallarla. Entonces, desplegó toda su ira y su tristeza contra la Tierra, “si no puedo ser feliz con mi hija, entonces no habrá cosechas ni calor”. Así, mandó al Viento del Norte a que soplará su gélido aliento sobre los campos y no hubo alimentos, ni dicha, ni nada.

Mientras tanto, Perséfone disfrutaba a lado de Hades, que le ofrecía su amor incondicional, además de presentes de oro y piedras preciosas, que eran de su propiedad, al ser señor de las riquezas subterráneas. Ella se encontraba muy a gusto a lado del dios que tanto amaba. Él le ofreció unas semillas de granada para calmar su hambre. Pero lo que ella no sabía, es que quien come los frutos del Inframundo no puede salir jamás de ahí.

Pero Deméter había sido avisada por Helios, el dios Sol, que Hades se había llevado a su hija. Entonces se dirigió a ver a Zeus para que arreglara el asunto. Lo que el rey del Olimpo dictaminó fue que, ya que Perséfone había comido seis semillas del Inframundo, debía permanecer la mitad del año con su esposo en el Inframundo y la otra mitad en la Tierra, junto a su madre.

Una primera lectura del mito, claramente hace referencia a las estaciones del año, en que la luz y el calor desaparecen de la tierra en invierno para regresar en primavera, propiciando el crecimiento de las plantas y por ende, el alimento y el sustento de la vida. Pero es posible encontrar varias referencias psicoanalíticas.

Al hacer un análisis de los personajes del mito, podemos observar a Deméter como la madre controladora, la que le dice siempre y en todo momento qué hacer a su hija, llenándola de prohibiciones e inhibiciones. Cuando su hija desaparece, Deméter desata su furia, castigando a la Tierra con hambruna y malestar. Algo muy comparable a la instancia psíquica del Superyó, que se forma por medio de lo que la sociedad, la familia, los amigos, el Otro, nos dice, comenzando por nuestra madre.

El Superyó no permite al Yo ejecutar acciones fuera de su dominio, y generalmente se encarga de controlar, reprimir, censurar; cosas que Deméter, la madre sobreprotectora y controladora se encarga de hacer con Perséfone. El Superyó es una entidad psíquica que trata de hacer las cosas "como deben hacerse", como es "correcto". Cuando la persona cae en una falta, éste se encarga de recriminar por medio de la culpa y la vergüenza.

Por otro lado, está Hades, señor del Inframundo. Él provoca el “funesto deseo” en Perséfone, él es todo lo que ella ha anhelado y querido. Así que se escapa con él al Inframundo, las entrañas de la Tierra, mismas que se relacionan con el vientre materno, que es un estado ideal, donde no nos falta nada. Hades es la personificación del Ello en este relato, quien le da la opción a Perséfone de escapar del control de su madre y más importante, de cumplir sus deseos.

Entre otras funciones, además de ser el señor de los muertos y de lo invisible, Hades es también un señor de la sexualidad, de la energía sexual, de la libido. Su poder es grande y capaz de atraer a Perséfone, el Yo, atraído por el Ello. El Ello es la instancia psíquica que en un primer momento tiene como propósito cumplir nuestras necesidades, pero más que eso, de realizar nuestros anhelos y deseos. Perséfone al permanecer junto a Hades está feliz, llena de júbilo y no necesita nada más. Ella es el Yo. Sin embargo, Deméter, el Superyó, la reclama nuevamente.

Perséfone al igual que el Yo, no puede permanecer eternamente en el Ello, en el principio del deseo, sino que tiene que encarar su destino y hacer frente al principio de realidad que está más allá de sus sueños, en lo tangible. De lo contrario, el Yo se perdería en la obscuridad de los mundos inconscientes, en la psicosis.

En oposición al mundo terrestre luminoso, que simboliza el plano consciente, el Inframundo representa el mundo Inconsciente, vasto y obscuro. Recordemos que es el mundo invisible, insondable, a donde muy pocos héroes han conseguido entrar y salir con vida. Hades, el rey de ahí, posee el casco de la invisibilidad, con el que puede estar en todos lados y en ningún lugar al mismo tiempo.

El mundo subterráneo es el lugar donde las plantas tienen crecimiento, es la base del mundo de arriba, del consciente, más pequeño y limitado. En tanto que la Tierra tiene confines, el Inframundo es el reino sin fin conocido, que se pierde en las llanuras del Erebo, donde sólo hay obscuridad.

Es interesante destacar, que algunos de los ríos del submundo son el Leteo, río del olvido, y el Mnemos, el de la memoria; recordándonos el proceso tanto de concientización del inconsciente como de la inconcientización del consciente. Así mismo, una cuestión muy interesante son algunos de los siervos de Hades: Hypnos, el sueño, y su hijo Morfeo, el que hace soñar. Ambas potencias del obscuro mundo manifiestan su contenido por medio del sueño, demostrándonos nuestros deseos bajo una capa simbólica, en tanto que el contenido latente permanece en las tinieblas del Erebo.

El Mito de Perséfone, la diosa que está entre la Tierra y el Inframundo, entre Deméter y Hades, no es sólo una historia astronómica y agraria, sino también, una forma simbólica de expresar conceptos psicoanalíticos, de las entidades de la psique humana y la interacción que existe entre ellas. Un símbolo más del eterno juego de la mente humana, entre la consciencia y la inconsciencia, entre Superyó y Ello, entre Deméter y Hades: Perséfone.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mythos y Logos

En la actualidad, muchas personas, incluso varias de ellas preparadas, con estudios y un bagaje más amplio de conocimientos, piensan en el Mito como una fórmula vacía, una invención falaz generada por hombres "primitivos" para explicar lo que no podían ó un engaño de sacerdotes para tener al público dominado, sea como sea, se observa como una mentira.

¿Cuántas veces hemos escuchado "mito o realidad" ó "mito o verdad", o semejantes? Bastantes diría yo. En nuestras sociedades modernas, el Mito ha pasado a convertirse en algo imaginario, fantástico y falso. Algo que se opone a la razón lógica, a la ciencia y al conocimiento. Pero la realidad, es otra muy distinta.

La palabra "mito" proviene del griego mythos (μῦθος) que significa "Palabra, historia, narración". En la antigüedad, estas historias se guardaban con recelo y se veían como algo sagrado. El Mito, fuera de ser una historia "simple" y "primitiva", en realidad es una construcción comunicativa muy compleja, una estructura estructurante que se vale de símbolos para expresar una verdad ineludible.

Los mitos utilizan al lenguaje como su herramienta fundamental, y de hecho, ellos mismos constituyen un lenguaje, de la misma forma en que hacen el habla, el texto, la música, el cine, la poesía, entre muchos otros. La cualidad permanente del Mito es la de encerrar varios significados dentro de sus símbolos, todo elemento proveniente de una historia mítica, llámese personaje, objeto, escenario y circunstancia, es un símbolo con mucho significado.

Probablemente podría resultar confuso que una construcción tan antigua como el hombre pueda ser tan compleja, pues en las teorías de la antropología evolucionista, los primeros homo sapiens eran poco más que animales, apenas descubriendo sus cualidades intelectuales. Sin embargo, los postulados del evolucionismo antropológico han sido rebasados (principalmente por Leroi-Gourham, arqueólogo y prehistoriador).

El arte rupestre del Paleolítico fue en sus inicios, interpretado por muchos como una "imitación de la realidad", sin embargo, se ha descubierto que en realidad, este arte prehistórico tenía una cualidad abstracta y mitológica. Una de las figuras más sorprendentes y enigmáticas es la del Dios astado: cara de hombre, astas de ciervo, manos de oso y cola de lobo; encontrado en varias cavernas y que no tiene ninguna referencia con lo "real".

Las cuevas del Paleolítico fueron sin duda los primeros templos, y los artistas, los oficiantes del culto, los chamanes encargados de guardar el conocimiento sagrado expresado en sus mitos. Los hombres prehistóricos no eran ni simples ni ignorantes, por el contrario, tenían todas sus facultades intelectuales desarrolladas y tan complejas como las tenemos nosotros hoy día. El pensamiento "mágico" que los rodeaba no era más que una forma metafórica de observar la realidad y no una evasión de ella.

Para el griego, el egipcio, el sumerio y el hindú de la Antigüedad, el Mito, una forma simbólica, expresaba una realidad inefable, inalcanzable. Cuestión que Carl Gustav Jung expresó de manera muy clara en su texto El hombre y sus símbolos:

“(El símbolo) Tiene un aspecto inconsciente más amplio que nunca está definido con precisión o completamente explicado. Ni se puede esperar definirlo o explicarlo. Cuando la mente explora el símbolo, se ve llevada a ideas que van más allá del alcance de la razón. […] usamos constantemente términos simbólicos para representar objetos que no podemos definir o comprender del todo”.

Por otro lado, la razón etimológicamente proviene de logos (λóγος) que en griego viene a ser coincidentemente "Palabra, discurso". En un primer sentido, la razón no se veía como algo diametralmente opuesto al Mito, como se hace hoy día, sino que era una manera diferente de percibir y concebir al mundo. Una alternativa, pero no algo superior, que actuaba a partir del lenguaje literal (científico), de la experimentación y la observación de los fenómenos para explicar los hechos, no las ideas.

Aunque en la actualidad le damos mucho peso a la razón y al intelecto, este hecho proviene de una serie de factores políticos, económicos y sociales, la razón no suple ni se superpone al Mito, como lo explica Gadamer (Mito y razón): "El paso del mito al logos, el desencantamiento de la realidad, sería la dirección única de la historia sólo si la razón desencantada fuese dueña de sí misma y se realizara en una absoluta posesión de sí. Pero lo que vemos es la dependencia efectiva de la razón del poder económico, social, estatal. La idea de una razón absoluta es una ilusión".

En realidad el Mito y la razón, mythos y logos, son procesos análogos para concebir y percibir al mundo. El lenguaje mítico ciertamente no puede tomarse de manera literal, como en el caso del logos, pues está basado en símbolos. Una narración mítica está precisamente codificada para comunicar a quien sepa interpretar, de igual forma que una metáfora o una analogía, pero de forma muy profunda y compleja.

Quien realmente piense que "La Tierra fue creada en 6 días y Dios descansó al séptimo" o intente desacreditar eso por ser algo "absurdo", está totalmente equivocado. En palabras de Joseph Campbell (Las máscaras de Dios vol. I: Mitología primitiva): "Cuando un mito se ha tomado literalmente, su sentido se ha pervertido, pero también recíprocamente, que cuando se ha desdeñado como un mero engaño de sacerdotes o como signo de inteligencia inferior, la verdad ha salido por la otra puerta".

El logos, la razón, siempre podrá ser referida para conocer lo cognoscible, lo palpable, los hechos. Sin embargo, existe un mar inmenso de cosas intangibles, abstractas y etéreas que no pueden ser alcanzadas por palabras, pues ni siquiera el lenguaje da para tanto. Esas mismas cosas sólo pueden transmitirse en metáforas, analogías, parábolas, símbolos, mitos. El Mito es la realidad penúltima, penúltima porque la Última no es traducible en palabras o imágenes, está más allá de nuestra comprensión e imaginación, y es precisamente el Mito, capaz de llevarnos al límite de esa etereidad.


"Lo que es verdad en la razón, no lo es menos en el mito"

Jean Pierre Vernant (1914-2007. Filósofo e historiador)