martes, 15 de junio de 2010

La Humanidad y el sufrimiento

El sufrimiento es parte de la vida, una cuestión básica por la que cualquier ser vivo tiene que pasar en algún momento de su existencia, de hecho en varios. La humanidad desde que comenzó a caminar por la Tierra se ha preguntado acerca de esta cuestión y ha tratado de resolverla por medio de la filosofía, la teología y demás disciplinas. ¿Por qué existe el sufrimiento? Y si hay una Divinidad ¿Por qué lo permite? No es un tema fácil ni sencillo, muchos han pasado toda su vida pensando el porqué de ésta y otras cuestiones sin llegar jamás a una resolución.

En la antigüedad se creía que el sufrimiento preovenía de las malas acciones que uno cometía, de los pecados contra Dios, la naturaleza y la humanidad. Esto es conocido como la ley del Karma por los hinduistas, que establece que lo que uno piense, hable o haga tiene repercusiones en el mundo y que cada una de ellas regresará hacía nosotros; es el tan conocido "ojo por ojo, diente por diente" hebreo o simplemente la ley de Newton de "a toda acción corresponde una reacción de la misma intensidad y magnitud pero en sentido contrario".

Bajo esta óptica todas las desgracias y males que aquejan a la humanidad son producto directo de las malas acciones y el sufrimiento que ocasionan éstas. Aunque existen otras perspectivas como la nacida del cristianismo con "el pecado original", que basándose en la historia de Adán y Eva bíblicos, nos dice que el sufrimiento fue insertado en el mundo cuando los padres primordiales de la humanidad comieron del fruto prohibido. Desde entonces la existencia de cualquier ser humano está ligada al sufrimiento.

La causa del sufrimiento humano para los griegos es Pandora, una mujer curiosa que liberó las desgracias al abrir una caja otorgada por los dioses a su cuidado con la promesa de no ver su contenido. Según los budistas el sufrimiento proviene del deseo, el desear algo provoca necesariamente el sufrir, la única manera de liberarse es por medio de dejar los apegos y deseos, reconociendo la vida material como una ilusión de la que sólo es posible salir por medio de alcanzar el Nirvana.

El sufrimiento es real, diario vivimos junto a él y con él, viéndolo en gente desconocida o dentro de nuestras propias casas. Mucha gente piensa que si uno es bueno necesariamente cosas buenas le sucederán a uno, y a la inversa también, reduciendo todo a una cuestión de premios y castigos. Y en parte así es, es una de las tantas leyes universales, pero existen otras que hacen excepciones a la regla.

A lo largo de los siglos hemos observado como hombres y mujeres de bien, llenos de virtud y bondad, han sido perseguidos, torturados y asesinados sin razón, muriendo como mártires, héroes y santos. No vayamos tan lejos, tan sólo a nuestro vecino que es una persona admirable pueden estarle pasando muchas cosas muy malas.

Pero la realidad es, que generalmente es a las mejores personas a las que les pasan las peores cosas, porque ellos son los que necesitan ser probados para ir avanzando por la senda de la existencia. Cada problema aparente es sólo una manera de demostrarnos a nosotros mismos de nuestro potencial y nuestra fuerza de voluntad para trascender.

La humanidad viene a ser el cordero del sacrificio, la carne que ha de entregarse al dolor, la destrucción y la muerte, para ser purificada por el Fuego y finalmente ascender. He ahí la naturaleza del sufrimiento, que es parte esencial de la vida, como una forma de aprendizaje, como una serie de lecciones que nos van acercando cada vez más a nuestra verdadera naturaleza.

El ser humano es en sí, el Hijo, fruto de el Padre (Espíritu) y la Madre (materia), dos aspectos del mismo Ser, que se funden en uno nuevo cuya misión es trascender. Pero la misión de la humanidad es entonces aprender todo lo que haya que aprender, por los medios necesarios. Esto involucra caer y levantarse, acertar y errar, ser castigados y aprender de los errores y fracasos, sufrir, pero también gozar.

La Divinidad, como lo han venido enseñando los santos, profetas y Avatares puede ayudarnos si nosotros nos proponemos a ayudarnos a nosotros mismos. Todo el potencial está encerrado dentro de nosotros y está en nosotros el utilizarlo para bien o para mal, para destruir o crear. Ni Dios ni los dioses son capaces de liberarnos del sufrimiento, no porque no puedan, sino porque es nuestro destino aprender y trascender. "Los Dioses no harán nada que no hagamos nosotros por nosotros" decía Beowolf, el héroe nórdico.

Somos un gran sacrificio, como lo veían los prehispánicos, hijos de la sangre y las lágrimas de Quetzalcóatl. Ya había quedado expuesto en las palabras de Cristo: "Sangre que será derramada por todos los hombres para el perdón de los pecados". Como tales, debemos entregarnos al Fuego, que es creación y destrucción, pero sobre todo, transformación. El sacrificado es dos cosas complementarias: un místico resignado a la voluntad Divina y un guerrero poderoso capaz de sufrir el dolor para transformarse en algo más.

2 comentarios:

  1. Saludos estimado Kalio, disculpa por responderte hasta ahora pero he estado algo ocupado en ciertos asuntos personales. Por supuesto cuando puedas un día de estos nos reunimos para conversar. May the Force be with you. Un abrazo.

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  2. Hermano, tu forma de redactar me seduce a seguir leyendo, así es como lo leí completito :D y concluyo que el sufrimiento mas que nada es la parte mala que aguarda nuestro destino o el camino por el que pasamos, o simplemente es la manera de crisis interna para renacer.
    Cuídate.

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