domingo, 14 de junio de 2009

Las Caras de la Divinidad

La Divinidad es infinita y eterna. Con infinita no sólo me refiero a que es una cosa de proporciones colosales, sino que es cualitativamente infinita también. Usualmente los seres humanos utlizamos términos aunque no sabemos su verdadero significado. En el caso de la infinidad, la gente se limitaría a usar simples términos: sin fin, que no tiene fin. Pero poseer el concepto no significa conocer realmente de que se trata lo que estamos hablando. La infinidad es más que no tener fin, es no poseer límite alguno, es ser Todo y aún más que ese "todo" que conocemos.

En el caso de la Divinidad, significa que es todo lo que conocemos, todo lo que sentimos, todo lo que pensamos,todo lo que imaginamos, y aún más allá de lo que podemos experimentar. De ahí el hecho de que varias culturas hayan manifestado en sus religiones varias deidades, que no eran más que la misma Divinidad en facetas diferentes. Aunque hubo varias que prefirieron mantener una sola deidad Infinita y Eterna.

Los seres humanos hemos sido quienes, por medio de nuestro intelecto, hemos atribuido formas a nuestras divinidades, por medio de nuestra percepción hemos cambiado de tiempo en tiempo la manera en que nuestro Dios, Diosa o Dioses se manifiestan y también sus maneras de comportarse y ser. La Divinidad se ha representado muy humana, porque somos los humanos los que le atribuimos la forma que nos parece, y por supuesto que Dios es el mismo hoy y siempre, pero los humanos cambiamos con el tiempo, y de igual forma, la manera en como lo percibimos, es por eso que ha cambiado, no Él-Ella, sino nuestra manera de concebirlo.

Una de las caras de Dios es la del tirano. Querámoslo o no, es una cara común en muchas religiones y creencias, y ayudó en un principio a nuestros antepasados, y aún a muchos para sobrevivir y hacer llevadera su existencia. En esta faceta, las divinidades son muy pesadas, e incluso crueles. Pueden cumplir sus caprichos mandando grandes plagas, inundaciones, sequías; exigiendo fuerza y resistencia de las personas, los que no pueden, se quedan en el camino, sólo los elegidos serán los que sobrevivan.

Ejemplo de ello tenemos a varios de los Olímpicos (destacando Poseidón y Zeus), cuando disgustados con Odiseo (Ulises), hacen de su viaje de regreso a Ítaca un verdadero martirio. Prueba tras prueba, monstruo tras monstruo, Odiseo demostró ser más fuerte y astuto. Varios de sus hombres perecieron en la cruel travesía, pero finalmente, después de 10 años de viaje, regresó a su amada patria como el héroe que era.

Otro ejemplo es YHVH (Yahvéh o Jéhovah) cuando después de liberar al pueblo hebreo en tierras egipcias, los hace pasar por cuarenta años de viaje por los desiertos, con los elementos como adversarios, trás los cuales, llegaron por fín a "la tierra prometida". De igual manera que los aztecas, quienes viajaron desde las tierras áridas de Aztlán hasta el verde valle de lo que sería Tenochtitlán, fueron impulsados por el cruel Huitzilopochtli y su madre Coatlicue.

Otra cara de la Divinidad es la del guerrero, una faceta también controvertida en la actualidad, ya que usualmente pensamos en Dios como el pacificador, pero así como puede ser paz, también puede ser guerra, sin embargo, usualmente los humanos pensamos en guerras entre países, entre personas, no contra cuestiones negativas de nuestro interior, estados dañinos que nos afectan y perjudican a terceros.

Ejemplos de ello tenemos a la Gran Jihad (Guerra Santa) musulmana, que es la guerra espiritual que llevamos a cabo para eliminar al gran enemigo que tenemos dentro de nosotros con la ayuda de Aláh, que es el guerrero más bravo que existe.

En los relatos hindúes, se habla de que el demonio Mahishá usurpó el Swargaloka, los planetas celestiales. Ningún dios podía vencer al demonio, pues Brahmán le había concedido el don de que jamás sería derrotado por ningún hombre o dios. Los dioses acudieron a los Tres que son Uno: Brahma, Vishnú y Shiva, por consejo. Entonces los dioses unieron su energía que se convirtió en Shakti (Energía espiritual de potencia femenina), que tomando la forma de Mahadevi (La Gran Diosa) en su faceta de Durgá, diosa de la guerra, encaró al demonio y lo venció. La promesa decía que ningún dios podría derrotarlo, pero nunca se habló de una diosa.

De esta manera, podemos observar como la Divinidad, con su cara de guerrero (ó guerrera) ayuda a la humanidad. Infunde coraje, fuerza; pero no siempre contra el otro, sino para librar la batalla más grande de todas con nuestro peor enemigo, nosotros mismos. "La guerra no hace grande a nadie" dice Yoda a Luke en el Episodio V de Star Wars, cuando el muchacho afirma buscar a "un gran guerrero". La única guerra que vale la pena luchar es interna y contra nosotros mismos.

El Dios y la Diosa tienen más caras, como he mencionado, infinitas éstas son. La faceta del Sabio es otra muy recurrente. Es ver a las deidades como maestros, sabios que enseñan y comparten su conocimiento con nosotros, y que por medio de su sabiduría ayudan y componen las cosas, o en su caso, nos enseñan a usar la nuestra para componerlas.

En el principio, los egipcios relatan que Geb (dios de la tierra) y Nut (diosa del cielo) fueron separados por Shu (el aire) por orden de Ra, quién ordenó que jamás se unirían en los 360 días que tenía el año. Estaban muy acongojados, pues como esposos deseaban tener descendencia. Entonces Dyehuty (Thot) el dios de la sabiduría ,tuvo la idea de crear cinco días más para el año, robándole luz a la luna y permitiendo a la pareja concebir sin violar el mandato de Ra. Entonces nacieron Osiris, Seth, Isis y Neftis.

Quetzalcóatl se encarnó en hombre y gobernó la ciudad de Tollán con gran sabiduría, enseñando las ciencias y las artes al pueblo tolteca. Cuando fue desterrado por Tezcatlipoca, siguó enseñando, viajando como un sabio penitente hasta tierras mayas, para finalmente regresar a Cholula como consejero del rey.

Hanuman, el dios mono, fue a retar al demonio Ravana. Éste último deseaba tener superioridad sobre el dios, por lo que hacía colocar bajo su trono bloques para estar a mayor altura que él. Sin embargo, Hanuman en vez de enojarse, simplemente se limitó a aumentar su estatura sentándose sobre su cola, que crecía más y más, conforme el trono de Ravana se elevaba con los bloques. El demonio perdió y Hanuman le dió una lección: "Dios es siempre más grande".

Otra cara de la Divinidad es la del destructor. Usualmente, tendemos a pensar a Dios, por lo menos en occidente, como creador y conservador del universo. Sin embargo esta cara destructora es una faceta básica. La destrucción no es necesariamente una acción negativa, puede ser algo positivo dependiendo su enfoque, y es siempre, parte del ciclo eterno.

Ahí tenemos a Yahvéh, quién molesto por las atrocidades del pueblo de Sodoma y Gomorra, destruye la ciudad. El mismo que iracundo, casi destruye por completo al mundo con un diluvio de 40 días de duración. Kronos (el tiempo humano) devoraba a todos sus hijos, temeroso de que alguno lo destronara. Rea escondió a su hijo Zeus, quién al crecer enfrentó y venció a Kronos, liberando a sus hermanos del vientre de su padre y lo desterró al Tártaro.

También observamos a Seth, quién asesina a su hermano Osiris, primero encerrándolo en un sarcófago que tiró a las aguas, posteriormente, partiéndolo en pedazos y esparciéndolos a lo largo de Egipto; todo sirvió para que Osiris se convirtiera en el señor del Más Allá, del mundo espiritual. Están Shiva y Kali, quienes son los responsables de destruir al universo al terminar el ciclo, bailando en frenética danza con la música final , destruyen todo lo que fue parte de la creación, para que en el futuro, todo sea creado y transformado en algo nuevo.

La cara del padre es la faceta más conocida de la Divinidad, por lo menos en occidente. Prudente, sabio, castigador del mal y compensador del bien. En muchas culturas siempre ha existido la figura del Deus Pater, el padre de los dioses y de toda la existencia.

Tenemos a Zeus, el padre de los dioses, por lo menos de la mayor parte de los Olímpicos, quién asiste a sus hijos para ayudarles en sus hazañas, sacándolos de aprietos y abogando por ellos. Castigando las acciones perversas o erróneas. Es Poseidón molesto por la muerte de su hijo Polifemo, que iracundo trata de destruir a Odiseo.Es Zurvan, padre de Ahura Mazda y Angra Manyu, quien conoce a sus dos hijos, sus acciones y caracteres, y quien decide heredar el reino a Ahura Mazda, el hijo bondadoso, dejando a Angra Manyu, el señor de la maldad, sin nada. El padre Yahvéh en su reunión con todos sus hijos celestiales, incluyendo a aquél, que a pesar de hacer el mal y llevar siempre la contra, es bien recibido por su padre.

La madre de los dioses y los hombres es otra de las miles de caras. Compasiva, bondadosa, acogedora y cálida. Es una figura necesaria, primaria en el sentido freudiano. Observamos esta manifestación en Parvati, la esposa de Shiva, que molesta y entristecida por su hijo Ganesha, que había sido decapitado por su padre en una riña, exige a su padre que remiende el mal hecho. Shiva colocó una cabeza de elefante blanco en Ganesha, quién regresó a la vida. Su madre se alegró de nuevo.

Tonantzin, la Gran Diosa Madre de mesoamérica era la deidad más compasiva de todos. Atendía los nuevos nacimientos, los casamientos y las enfermedades de sus hijos mortales. Y cuando los invasores españoles llegaron a México, se dice que la veían llorando, flotando sobre las aguas del valle, por sus hijos próximos a morir.

Rhiannon, la diosa celta, tuvo un hijo que misteriosamente desapareció, estando al cuidado de algunas damas de compañía. Ellas para no meterse en problemas tomaron los huesos de un perro y culparon a la diosa de la muerte de su hijo, por lo que Rhiannon fue castigada llevando a sus espaldas a todos los viajeros del reino. Sufriendo por el castigo y la pérdida de su hijo Pryderi. Años después, unos campesinos reconocieron en su hijo adoptivo, Pryderi, al hijo pérdido de la diosa y se lo regresaron, la diosa se llenó de felicidad y juró jamás desvíar la atención de ningún hijo suyo.

Una cara, que generalmente resulta muy problemática, es la de ver en nuestro Dios o Diosa la figura del amante, aquél que se compenetra con nosotros y nos entrega todo de sí. Han sido pocas figuras humanas las que han podido ver en el rostro de la Divinidad al amante. Un ejemplo de ello, es la mística Santa Teresa de Ávila, quién después de varias experiencias reconoció en Dios a su esposo y amante, un ser que la envolvería en sus brazos con amor y la llenaría de felicidad con sus besos.

Zeus usualmente manifestaba esta posición de amante, enamoradizo bajaba con las mortales y hacían el amor. Vishnú en su encarnación como Krishna, bailaba y hacía el amor con todas las mujeres de su comarca, y a todas las amaba, y ellas lo amaban de igual manera. Mixcoatl, el dios guerrero se enamoró de la vírgen guerrera Chimalma, lucharon, pero ambos habían caído presas del amor y tuvieron un hijo que era sólo eso: Quetzalcóatl.

Eros, el mismísimo dios del amor, se enamoró de la joven Psiquis, después que su madre Afrodita lo mandará a dispararle una flecha para que se enamorara de un asno. Pero el violó lo que su madre le mandó, y la llevó a su palacio en el cielo, tornándose invisible para que ella se enamorara de él por sí mismo y no por saber que era un dios. Pero una noche, ella decide verlo con una lámpara, cuyo aceite cayó en el brazo de Eros hiréndolo. Él se entristece y la deja. Entonces Psiquis por orden de Afrodita y para recuperar a su amado, viaja al inframundo para obtener una caja de Belleza. Tras enormes peligros, regresa y recupera a su amado.

Esta situación de tener varias (o varios) consortes no reflejan en manera alguna actos de adulterío o lujuria, sino del amor de la Divinidad, que es algo universal, no propio de una sola persona, sino de todos. Es ver a nuestra Deidad como el Amor mismo que no reconoce sexo, raza o edad.

La última cara que presentaré, pero no la última que tiene la Divinidad, es la del redentor sacrificado, cuando Dios muere por su creación, cuando es su sufrimiento y su bondad lo que nos ha dado vida y otra oportunidad para vivirla. Atum, monarca y padre de los dioses creó la humanidad a partir de una lágrima suya, fruto del sacrificio y el sufrimiento aguantado por amor.

Después de los Cuatro Soles, los dioses mesoamericanos no deseaban dar otra oportunidad a los humanos ni al mundo, sólo Quetzalcóatl, que amaba profundamente a la humanidad se ofreció como sacrificio en la hoguera, para dar nacimiento al Quinto Sol. Después se dió a la tarea de crear nuevos hombres, por lo cuál bajo al inframundo y robó unos huesos al dios Mictlantecuhtli, señor de la muerte. Pero Mictlantecuhtli mandó poner una trampa, misma en la que cayó Quetzalcóatl y los huesos cayeron a la tierra yerma. El bondadoso dios lloró sobre los huesos y derramo su sangre, y entonces éstos germinaron y dieron nacimiento a la nueva humanidad, producto del sacrificio de las lágrimas y sangre divinas.

La Divinidad tiene una infinidad de rostros, algunos agradables, otros no tanto. Muchos de ellos nos mostrarán bondad y compasión, y serán nuestro cobijo en tiempos díficiles. Otras caras nos exhortarán a luchar y a ser fuertes ante la adversidad. En ocasiones nos incitarán a pelear y en otras a ser guardianes de la paz. Pero siempre será para el Bien Supremo, Dios como padre y como madre siempre están presentes.

Y en la mayor parte de las ocasiones, la Divinidad muestra su cara en rostros conocidos: familiares, amigos, vecinos, compañeros, maestros. Incluso en el rostro del desconocido, del mendigo, del ladrón, ahí se encuentra. Atenea disfrazada de anciana, esperando la ayuda de un joven Jasón para cruzar el río. Yahvéh en el cuerpo de unos viajeros visitando a Abraham, o luchando contra Jacob. Quién sabe, tal vez hemos visto a Dios numerosas veces sin percatarnos de ello, es por eso que el célebre nazareno dijo una vez: "Lo que hagan a mis hermanos será lo que me hagan a mí"; porque la esencia Divina reside en cada uno de nosotros, somos parte de la infinidad, y por ende, somos retrato de algunas de las Caras de la Divinidad.

miércoles, 10 de junio de 2009

Semiótica y otredad

La semiótica es el estudio de los signos, no hay nada más que eso. Sin embargo los seres humanos han querido significar todo aquello que les rodea, no le es suficiente con vivir y experimentar el mundo alrededor suyo, sino que le es sumamente necesario designar las cosas.

En su labor como especie curiosamente “científica” nombró muchas de las cosas que existen, las catalogo y las dividió según sus características. Intenta encasillar todo el conocimiento en explicaciones que muchas veces no rebasan la superficialidad y que casi nunca llegan a profundizar lo suficiente en los temas que intenta descifrar.

El hombre parte de la premisa de que todo puede ser aprehendido por medio de la razón, que todo es medible, cuantificable y demostrable. Lo que no se percibe por medio de los sentidos, lo que no puede comprobarse en un laboratorio científico no puede llegar a ser calificado por la “gente con un poco de inteligencia” más que por una mentira, falacia, superstición, sandez.

Sin embargo, el mundo no sólo se compone de cosas científicas. Afortunada o desgraciadamente la existencia no se restringe a ser meros números en un papel, a meras operaciones matemáticas que dan resultado de todo lo que es. En el mundo existen cosas que no pueden ser asidas por el hombre.

Ni el lenguaje, ni la comprensión, ni la razón, ni siquiera la imaginación humana pueden dar lugar a fenómenos que son imposibles de explicar. Somos seres limitados, finitos; hasta el momento no hemos encontrado fin al universo, y queremos llegar a descifrarlo todo como si realmente fuera posible.

Primero el obscurantismo religioso del medioevo, luego el renacentismo antropocéntrico, posteriormente el racionalismo ilustrado, cerrando con broche de oro el materialismo industrializado y empresarial; todas ellas épocas que desgastaron, hirieron, mataron y enterraron tesoros invaluables.

La sociedad occidental actual sigue lo que se denomina Verstand, aquello que sigue los patrones estéticos, científicos, morales y empresariales que la misma sociedad industrializada ha generado. La hegemonía de este modelo rige en casi todo el mundo y se expande estrepitosamente por doquier.

Sin embargo, la moneda tiene siempre dos lados. Del otro lado existe lo que se llama Vernunft, lo heterogéneo, lo que se denomina la otredad. Todo lo que la sociedad desprecia, lo que rechaza, juzga y castiga es lo otro.

Aquello que no deseamos ver y lo que no podemos ver. La Vernunft se manifiesta de variadas maneras, aunque no en su totalidad, ya que la heterogeneidad escapa de nuestras manos cada vez que intentamos atraparla. Como cuando queremos agarrar el agua con nuestras manos, ésta se escurre entre nuestros dedos, pero nos quedamos con algunas gotas en nuestra piel.

La pintura, la danza, el teatro, la literatura, la filosofía, la poesía, la sexualidad, el erotismo, el misticismo; todas ellas son manifestaciones de la otredad dentro de lo homogéneo, lo poco que se puede rescatar de trascendencia en un mundo destinado a morir.

El lenguaje es el conjunto de signos que designan alguna cosa, por medio de sonidos el hombre nombró a las cosas de manera arbitraria, pero los signos han atrapado a las cosas, quitándoles su lugar. Y lo peor del caso no es ese, sino que tenemos signos que significan a otros signos, y así, poco a poco vamos significando más y más hasta que todo pierde el sentido.

La realidad es que las cosas no tienen un nombre propio, intentamos obtener la esencia de las cosas al nombrarlas, dominarlas, pero fracasamos en nuestro intento inútil e insistente, por no decir necio, de hacerlo.

En este caso, muchos libros y autores han llegado a un punto en común: Existen cosas que no pueden ser nombradas. Es por eso que el Dios del evangelio cuando se torna visible para Moisés responde a su pregunta diciendo: "Yo soy el que Soy". No hay nada más, no se puede describir con palabras aquello que resulta infinito.

Como dicta el primer capítulo del Tao Te Ching de Lao Tsé: "El Tao que puede nombrarse no es el verdadero Tao". De igual manera las cuestiones trascendentes se encuentran fuera de nuestro círculo, de nuestro rango, frontera que, como simples mortales no podemos cruzar.

Por otro lado, existen fronteras que trascienden las normas y leyes de nuestra sociedad industrializada, materialista y tecnificada, que se aproximan más a lo que es la otredad, y que sin duda podemos alcanzar. Por medio de la exuberancia, el exceso y los arranques imprevistos.

Las perversiones de toda clase, nuestra relación natural con la muerte y la destrucción, la sexualidad desenfrenada y todo lo que deseamos fuera de nuestro mundo “perfecto” se halla ahí. Siempre presente dentro de cada uno de nosotros, latente y en letargo, esperando que llegue el momento de salir y vivir.

Cuando lo observamos nos causa terror, miedo, angustia, asco, repulsión, remordimiento, rechazo, en verdad es algo que odiamos. Pero no solo lo odiamos, sino que también es algo que admiramos, algo que nos causa curiosidad morbosa y que con toda nuestra alma, deseamos.

Porque dentro de nosotros se encuentran las dos caras, como Janos, el dios grecorromano, poseemos dos rostros con los que vemos lo que esta adelante, pero también lo que esta atrás, aquello ante lo que los demás permanece de espaldas porque no desean observarlo, pero anhelan hacerlo.

El lenguaje es, sin lugar a dudas, una herramienta importante, necesaria, pero no es el umbral último, ni éste ni la ciencia, ni aquello que se hace llamar arte y que últimamente, sólo se elabora para vender; porque lo demás, lo indescriptible, lo trascendente, se encuentra en lo otro.

martes, 9 de junio de 2009

Lo que es la religión

En muchas ocasiones he oído decir que la religión no es más que un sistema de control y represión social, que encadena a los seres humanos y los priva de su libertad y su razón. También he escuchado que la religión es un invento del hombre para hacer negocio, tan sólo hay que ver como viven los líderes de las instituciones religiosas.

Otra concepción muy difundida es que la religión era útil en una época cuando los seres humanos atribuían los procesos naturales a causas invisibles y desconocidas que el día de hoy se pueden explicar mediante la ciencia. Sin embargo, yo considero que las personas que piensan tales cosas no saben distinguir, como diría Nietzsche, entre la causa y la consecuencia, confundiendo la gimnasia con la magnesia.

Religión proviene del latín religare que significa religar, volver a unir, y se refiere a todo un sistema de ritos, prácticas y dogmas, que trata de "reunir" a la creación con el Creador, a los seres humanos con la Divinidad

En primera instancia, los primitivos seres humanos se dieron cuenta de que había fenómenos que escapaban a su entendimiento y, efectivamente, los atribuyeron a divinidades invisibles. El rayo, la lluvia, el sol y la naturaleza en general se convirtió en algo sagrado, divino. La muerte también se convirtió en el umbral de lo desconocido, y en una de sus deidades principales, los muertos se transformaron en objetos de culto, y comenzaron a realizarse los primeros ritos funerarios.

Posteriormente con la evolución de las sociedades humanas, lo que podríamos llamar religión primitiva, se institucionalizó y formalizó en deidades más o menos bien definidas y que cumplían roles establecidos. Ejemplos de ello tenemos en las religiones griega y romana, egipcia y celta, por mencionar algunas.

En muchos casos, como en Grecia, cada ciudad tenía su dios patrono, de manera similar a cómo hoy existe un santo patrono de cada ciudad, ó una sola deidad tenía poder sobre un pueblo, como en el caso de pueblos semíticos como los hebreos, que a pesar de conocer muchas más deidades sólo honraban a YHVH (ó Yahvéh como lo han traducido) por ser su dios asignado, patrono y protector.

Posteriormente, con la aparición del cristianismo y la Iglesia, sucedieron muchos eventos bastante desafortunados: la caza de herejes, que no eran más que gente con creencias diferentes incluso dentro del mismo cristianismo; las cruzadas, la quema de brujas y otros seres "infernales" durante la Inquisición, posteriormente llamada "Santo" oficio; y demás hechos horripilantes alrededor de esa institución llamada Iglesia.

Ése tiempo se llamó obscurantismo, en que la Iglesia reprimió a la gente, manteniéndola ignorante para consolidar y conservar su poder; seguido por un período de "renacimiento", dónde la máxima figura no sería la divinidad sino el hombre. A este, siguió una etapa de "ilustración" aunada a una de "racionalismo" en donde todo lo real y verdadero no podía ser otra cosa que "razonable" y "razonado", seguido de cerca por un positivismo que renegaba de la religión y la filosofía como métodos factibles para alcanzar alguna verdad. Posterior a éste, llegaría la época de industrialización que finalmente termina en nuestra sociedad "científica", tecnificada y consumista a más no poder.

Entonces podemos deducir que el término religión fue gravemente herido por el obscurantismo, asesinado por el racionalismo y el positivismo, enterrado por la industrialización y tecnificación, para que finalmente el consumismo bailara sobre su tumba. Sin embargo, las ideas no mueren, al menos no por completo, y la idea original de religión sigue en pie, a pesar de la adversidad.

Pero, para empezar, debemos reflexionar bien las cosas y no darlas por sentado, porque ése es un error bastante común en los seres humanos. La religión es un sistema creado por hombres, no por Dios, y es por tanto, imperfecta pero perfectible. Y efectivamente, trata de religar al ser humano con la Divinidad, haciéndolo crecer espiritualmente, volviéndolo mejor persona, y sobre todo, liberándolo de diferentes ataduras.

En la mayor parte de los casos, cuando la gente habla de religión, instantáneamente piensa en las personas o las instituciones que se autoproclaman "religiosos", realizando así, una detracción terrible de lo que en verdad es. Usualmente, hablamos de religión y la gente piensa instántaneamente en el papa y la Iglesia, dos instituciones (porque el papa en sí es una institución por sí mismo) que caen en extremismo: se aman o se odian. También piensan en los Testigos de Jehová, que van cada sábado o domingo a tocar a la puerta de sus casas. Pero esas no son religiones, son sólo instituciones, personas que "siguen" la religión.

Muchas veces he oído a supuestos ateos hablar de "la bola de borregos" que no hacen más que seguir lo que les dicen. Por un lado, están esos "borregos", que son gente muy cómoda que prefiere seguir sin preguntar y sin leer, porque les da flojera. Por otro, están esas autoridades "religiosas" que no exhortan a la gente a que estudie, a que piense y analice lo que dicen. Y existe un tercer lado, el de esas personas que se hacen llamar ingenuamente, "libres". Gente que "no tiene que vivir con el miedo del castigo eterno ni de un dios tirano" y que puede hacer y deshacer a su antojo, que usualmente viven en un libertinaje casi completo, esclavos de sus pasiones, del dinero, del consumo.

Recuerdo a una mujer musulmana que residía, o reside, en E.U.A. Como todos sabemos, los musulmanes son de las personas menos comprendidas por el mundo occidental, y son considerados como fanáticos, fundamentalistas y "terroristas", a pesar de que seguramente hay muchos cristianos, católicos, ateos y demás, que son lo mismo y no por ello son tildados de algo ni generalizados.

Pues esta mujer se proclamaba feminista, pero a pesar de vivir en E.U.A. mantenía su vestimenta tradicional, por lo que las feministas dijeron que no era tal cosa, pues seguía bajo el "control de una religión impuesta por hombres que la obligaba a ocultarse tras un velo". Y ella respondió: "¿Creen qué por ponerme una mini falda y tacones y hacer lo que me plazca soy feminista? Ustedes siguen los patrones impuestos por los hombres de lo que es la "belleza" femenina y se dicen feministas".

Es cierto, la religión da ciertas pautas a seguir, pero no son para coartar la libertad, sino para no violar la de otros y no hacernos daño a nosotros mismos. Es como aquellos que sabiendo un poco de psicoanálisis hablan de "liberación a nuestros deseos", de vivir en el "ello" y dejar que el "superyo" se desvanezca, siendo que es necesario que controlemos nuestros impulsos para poder vivir. Porque si no lo hiciéramos, viviríamos en un mundo donde todos la pasaríamos embriagándonos y desbordando pasiones y nadie trabajaría, dónde podría matar a mi vecino si me place "porque fue mi impulso".

La religión siempre, en todos los casos debe buscar un balance, porque esa es la esencia de las cosas, el balance que conduce a la libertad pero con responsabilidad y disciplina. Los budistas tienen una parábola: El hombre que cree que es libre de por sí y que reniega del autocontrol, es como un barco sin rumbo, que va a donde la corriente y la marea lo lleva, no sabiendo si va hacía la playa o a una tormenta. En cambio, el hombre responsable y disciplinado, es un barco que sabe a donde va y como dirigirse, y por ende, llega a su destino.

Estoy plenamente consciente de las personas que por medio de "pseudo-religiones" han ganado cantidades millonarias de dinero, ejemplos hay bastantes, el papa, los cardenales, muchos pastores que viven como reyes, el "dueño" de la iglesia universal pare de sufrir, etc, etc, etc. Y al igual que ellos, hay muchos, creyentes, no creyentes y ateos que son iguales o peores., tergiversando el verdadero sentido que tiene la religión. Sin embargo, son sólo personas, no son la religión en sí.

Porque existen muchas personas que se persignan tras cada iglesia que pasan, que rezan todas las noches y cuando ven a alguien en necesidad lo miran con desprecio y lo ignoran. Gente que habla de perdón pero busca la manera de vengarse de su vecino, que habla de generosidad por más tacaño que sea, que habla de Dios cuando hace la guerra. Ésas no son religiosas, son sólo personas con pretextos, con máscaras, y gran parte de ellas son dirigentes "religiosos".

Así como existen millonarios que se hicieron ricos por la "fe" de otras personas, también existen personas que viajan a países pobres para ayudar a curar enfermos y alimentar hambrientos. Y no nos vayamos tan lejos, gente que cumple sus responsabilidades, que son buenos hijos, buenos amigos, buenos ciudadanos, respetuosas de otras ideas aunque sean diferentes, esas son las verdaderas personas religiosas.


Cuando una supuesta "religión" no hace más que controlar, suprimir y reprimir a las personas; cuando se hace como negocio, como muchos hacen; cuando se vuelve un sistema rígido que encapsula; cuando todo eso sucede, eso, no es religión, no importa cuanto se esfuercen en nombrarla así, porque por mucho que le digamos "perro" al gato, éste no dejará de ser gato para hacerse perro.

Y es importante saber, conocer y analizar, antes de realizar críticas absurdas. Porque como diría Mao Tse Tung: "el que no sabe, no tiene derecho a opinar"; y no por una censura tiránica, sino porque uno debe saber de lo que habla para hablar de ello, porque si no, entonces habrá muchas probabilidades de que lo que se diga no sea más que una falacia.

Y ciertamente existe mucha gente que critica cosas sin conocerlas. En el caso de la religión demasiada, y entre ellos contamos gente realmente preparada, profesionistas que opinan que es sólo basofia; podemos incluir entre esas personas a varios científicos, que de científicos tendrían muy poco, ya que se cierran a las posibilidades de la trascendentalidad y la niegan, siendo que su trabajo es dudar, experimentar, comprobar.

Esta descalificación de la religión proviene del hecho de que no es algo medible, cuantificable y comprobable. Aunque sí es algo que es posible experimentar, y es sólo en ese momento cuando ella cobra sentido. Por medio de la fe, que también es un término bastante cuestionado. La fe no es echarse al precipicio sólo porque sí, no es seguir al de adelante al matadero teniendo "fe" en Dios con la incertidumbre de no saber. La fe es cuando ya no existen más dudas, cuando estamos seguros de que estamos en lo correcto, y eso sólo puede suceder conociendo, no hay más. La fe es un nivel de conocimiento superior, y no solamente racional, sino experimental.

En fin, la religión siempre es para provecho y beneficio de las personas que las practican, independientemente de cuál sea, existen personas que la tergiversan, pero no deben inmiscuirse en el camino de los que creen. De igual manera, habrán muchos que de alguna manera, "harán" su propia religión basándose en lo que piensan y sienten y es algo muy loable. Y como dijo una célebre mujer que conocí una vez:
"Cuando la religión no lleva a Dios, ya no es religión".
Mother Rytasha

Y otras dos frases que no pude evitar poner aquí:
"El hombre encuentra a Dios en cada puerta que la ciencia logra abrir".
Albert Einstein

"Si Dios no existiera, habría que inventarlo".
Voltaire