El Halloween es una festividad moderna que se lleva a cabo en países anglosajones, principalmente en E.U.A., que tiene tintes más que nada comerciales en la que se acostumbra que los niños se disfracen de algún monstruo o ser fantástico y salgan a la calle a pedir dulces o dinero al cántico de “Dulce o truco” o “Truco o trato” (Trick or treat). Para las personas jóvenes y adultas representa una ocasión para hacer fiestas de disfraces y decorar sus casas con motivos aterradores.
Sin embargo, esta celebración no fue siempre un motivo comercial con tintes mercantilistas, sino que en realidad se trata de un festejo antiquísimo, lleno de tradición y folklore. Halloween proviene de la contracción de las palabras “All Hallows Eve” que significan “Víspera del Día de todos los santos”. Esta fecha fue instituida por la Iglesia Católica Romana junto con el “Día de los fieles difuntos” para conmemorar a los muertos y rendirles homenaje, y se amalgamó a la antigua celebración del Samhain en países con raíces culturales celtas.
El Samhain es una celebración de origen celta que se llevaba a cabo a finales de octubre y principios de noviembre, cuando las cosechas se levantan de los campos y la Tierra entra en el otoño, preludio del frío y obscuro invierno, cuando las fuerzas de la luz son eclipsadas por las fuerzas de la obscuridad, y significa en gaélico “fin del verano”. Era el festejo no sólo del cambio de estación sino del fin de año y año nuevo celta.
A semejanza de nuestros ancestros precolombinos y de muchas otras culturas en el globo, los celtas creían que durante este tiempo, las fuerzas espirituales aumentaban su potencia y existía cierto desequilibrio entre el mundo espiritual y el mundo material, dando la ocasión perfecta para que el alma de los difuntos regresara del otro lado para convivir con sus familiares y amigos
Este desequilibrio tenía lugar porque era por estas fechas se efectuaba la unión de Dagda, Dios de la luz, la vida, la abundancia y la salud; con Morrigan, Diosa de la noche, la muerte y la guerra. La historia cuenta que los Dioses “Tuatha De Dannán” (hijos de Dannán) se encontraban en guerra con los Formore, una especie de deidades monstruosas y malévolas. Dagda viajaba hasta el palacio para llegar con sus hermanos y prepararse para el combate.
Caminaba por el bosque, cuando al llegar a un estanque, vio a una bellísima mujer bañándose. Al acercarse, Dagda se percató de que no era otra que Morrigan, la obscura señora de la guerra. Ella lo invitó a pasar la noche en su compañía, a lo que el Dios accedió. Las fuerzas opositoras de la vida y la muerte, de la luz y las tinieblas, danzaron y se juntaron en un acto apasionado.
Después de este episodio, y de varios sucesos más, Dagda, Morrigan y los demás Tuatha De Dannán vencieron finalmente a los Formore, estableciendo un reinado de paz general. Aunque el suceso de la unión de Dagda con Morrigan se repetía año con año al finalizar el verano. Por esta razón, los límites entre vivos y muertos se franqueaban y el alma de los ancestros podía regresar para visitar a sus familias.
Aunque esto no sólo representaba regocijo para los celtas, ya que no sólo el alma de sus difuntos regresaba del mundo espiritual, sino también toda una gama de espíritus buenos y malos podía pasar a la Tierra, por lo que debían ser sumamente precavidos esos días.
Para ello, los celtas colocaban una ofrenda con comida y bebida fuera de sus casas dedicada a sus muertos y también decoraban con motivos terroríficos el exterior de sus viviendas, entre lo que destacan los nabos ahuecados (que posteriormente serían calabazas) con una luz interior, esculpidos de forma monstruosa, todo para ahuyentar a los espíritus malignos que quisieran acercarse a la casa, de igual manera en que las gárgolas asustan y alejan a espíritus impuros de las iglesias.
Se prendían grandes fogatas fuera de las casas y en los campos, además de que se mantenían los fuegos de las casas encendidos toda la noche. Las hogueras cumplían dos funciones: alejar a los espíritus malignos y mostrar el camino a casa a los buenos y a los ancestros.
Los druidas, sacerdotes de los celtas, salían en la noche y se disfrazaban con pieles de animales, se pintaban la cara de forma macabra o usaban máscaras aterradoras y prendían grandes piras para asustar a los espectros y mantener a las fuerzas obscuras alejadas, de ahí viene el disfrazarse para la celebración del Halloween.
Otras funciones que realizaban los druidas durante esos días era la de recolectar hierbas y raíces para preparar sus brebajes, orar y hacer toda clase de ejercicios espirituales, ya que eran tiempos de gran energía espiritual y se creía que eran más efectivos.
El tan conocido “truco o trato” proviene del hecho de que entre los espíritus malignos que podían llegar a la casa, había uno sumamente funesto que se llamaba “Jack de la linterna” (Jack O`Lantern), que cantaba “truco o trato” al llegar a la casa. Los habitantes debían hacer el “trato” que el espectro deseara, porque si no, enormes calamidades podrían caer sobre ellos, tales como enfermedades, destrucción de sus campos, muerte del ganado, entre otras horribles consecuencias, todo ello en forma de “truco”.
Este Jack figura en las leyendas como un hombre malo, egoísta, burlón y un astuto jugador. Cuentan las historias que engañó al diablo para que no pudiera llevarse su alma al infierno y que le fue dada una linterna hecha de nabo para guiarse en su camino de tinieblas; otros cuentan que tenía cabeza de calabaza por ser maleducado con unas brujas o incluso por engañar a la muerte. Hay muchas versiones de esta leyenda, aunque seguramente es una construcción posterior a la llegada del cristianismo, pues los celtas no conocían diablo alguno y se presume que Jack era un monje.
El Samhain no tiene que ver, como muchos fundamentalistas cristianos aseveran en Internet, por culpa de su ignorancia, con la adoración del diablo ni de una entidad malévola y obscura conocida como Samhain (que es algo tomado de la serie animada de los Cazafantasmas y no de hechos históricos y antropológicos); sino que, como hemos observado, es una tradición muy antigua y muy bonita que ha venido deformándose hasta ser la celebración comercial que es hoy el Halloween en países como E.U.A.
El día de hoy ya no se rememora a los ancestros en esta celebración, sino que es más motivo para tener entretenimiento y diversión. Se ha convertido en una fiesta sin sentido que da motivo para disfrazarse, adornar la casa con motivos terroríficos y pedir “truco o trato”.
Actualmente existen grupos religiosos neo-celtas, neo-paganos y wiccas que tratan de salvar la tradición original, con sus acciones y significados. Ellos se consideran depositarios de las antiguas enseñanzas y modos célticos, y nos recuerdan que el Halloween, no es una celebración mercantil y sin sentido, sino un festejo milenario que tiene sus raíces en la tradición celta, en una fiesta llamada Samhain, “El fin del verano”.