La joven diosa se sentía agobiada por el constante cuidado de su madre. Pero un buen día, logró convencerla de que la dejara en un prado para cortar flores, junto a sus compañeras, las ninfas. Deméter de mala gana la dejó quedarse sin su supervisión, con la promesa de que no se movería del prado hasta su regreso. Pero lo que ninguna de las dos se imaginaba, es que estaban siendo observadas muy de cerca.
Desde las profundidades de la Tierra, Hades, señor del Inframundo, había visto a la radiante y hermosa Perséfone y se había enamorado de ella. Cuando Deméter dejó a su hija en el prado, el suelo se abrió, revelando al obscuro dios, montado en un carruaje tirado por dos córceles negros como la muerte. Mientras varios autores nos dicen que el Rey del Inframundo la raptó, Ovidio nos cuenta, que al verlo, Perséfone sintió “un funesto deseo” de seguirlo, enamorándose de él y acompañándolo voluntariamente al Inframundo, el reino de los muertos.
Deméter regresó al campo pero no encontró a su hija. La buscó por todos lados sin hallarla. Entonces, desplegó toda su ira y su tristeza contra la Tierra, “si no puedo ser feliz con mi hija, entonces no habrá cosechas ni calor”. Así, mandó al Viento del Norte a que soplará su gélido aliento sobre los campos y no hubo alimentos, ni dicha, ni nada.
Mientras tanto, Perséfone disfrutaba a lado de Hades, que le ofrecía su amor incondicional, además de presentes de oro y piedras preciosas, que eran de su propiedad, al ser señor de las riquezas subterráneas. Ella se encontraba muy a gusto a lado del dios que tanto amaba. Él le ofreció unas semillas de granada para calmar su hambre. Pero lo que ella no sabía, es que quien come los frutos del Inframundo no puede salir jamás de ahí.
Pero Deméter había sido avisada por Helios, el dios Sol, que Hades se había llevado a su hija. Entonces se dirigió a ver a Zeus para que arreglara el asunto. Lo que el rey del Olimpo dictaminó fue que, ya que Perséfone había comido seis semillas del Inframundo, debía permanecer la mitad del año con su esposo en el Inframundo y la otra mitad en la Tierra, junto a su madre.
Una primera lectura del mito, claramente hace referencia a las estaciones del año, en que la luz y el calor desaparecen de la tierra en invierno para regresar en primavera, propiciando el crecimiento de las plantas y por ende, el alimento y el sustento de la vida. Pero es posible encontrar varias referencias psicoanalíticas.
Al hacer un análisis de los personajes del mito, podemos observar a Deméter como la madre controladora, la que le dice siempre y en todo momento qué hacer a su hija, llenándola de prohibiciones e inhibiciones. Cuando su hija desaparece, Deméter desata su furia, castigando a la Tierra con hambruna y malestar. Algo muy comparable a la instancia psíquica del Superyó, que se forma por medio de lo que la sociedad, la familia, los amigos, el Otro, nos dice, comenzando por nuestra madre.
El Superyó no permite al Yo ejecutar acciones fuera de su dominio, y generalmente se encarga de controlar, reprimir, censurar; cosas que Deméter, la madre sobreprotectora y controladora se encarga de hacer con Perséfone. El Superyó es una entidad psíquica que trata de hacer las cosas "como deben hacerse", como es "correcto". Cuando la persona cae en una falta, éste se encarga de recriminar por medio de la culpa y la vergüenza.
Por otro lado, está Hades, señor del Inframundo. Él provoca el “funesto deseo” en Perséfone, él es todo lo que ella ha anhelado y querido. Así que se escapa con él al Inframundo, las entrañas de la Tierra, mismas que se relacionan con el vientre materno, que es un estado ideal, donde no nos falta nada. Hades es la personificación del Ello en este relato, quien le da la opción a Perséfone de escapar del control de su madre y más importante, de cumplir sus deseos.
Entre otras funciones, además de ser el señor de los muertos y de lo invisible, Hades es también un señor de la sexualidad, de la energía sexual, de la libido. Su poder es grande y capaz de atraer a Perséfone, el Yo, atraído por el Ello. El Ello es la instancia psíquica que en un primer momento tiene como propósito cumplir nuestras necesidades, pero más que eso, de realizar nuestros anhelos y deseos. Perséfone al permanecer junto a Hades está feliz, llena de júbilo y no necesita nada más. Ella es el Yo. Sin embargo, Deméter, el Superyó, la reclama nuevamente.
Perséfone al igual que el Yo, no puede permanecer eternamente en el Ello, en el principio del deseo, sino que tiene que encarar su destino y hacer frente al principio de realidad que está más allá de sus sueños, en lo tangible. De lo contrario, el Yo se perdería en la obscuridad de los mundos inconscientes, en la psicosis.
En oposición al mundo terrestre luminoso, que simboliza el plano consciente, el Inframundo representa el mundo Inconsciente, vasto y obscuro. Recordemos que es el mundo invisible, insondable, a donde muy pocos héroes han conseguido entrar y salir con vida. Hades, el rey de ahí, posee el casco de la invisibilidad, con el que puede estar en todos lados y en ningún lugar al mismo tiempo.
El mundo subterráneo es el lugar donde las plantas tienen crecimiento, es la base del mundo de arriba, del consciente, más pequeño y limitado. En tanto que la Tierra tiene confines, el Inframundo es el reino sin fin conocido, que se pierde en las llanuras del Erebo, donde sólo hay obscuridad.
Es interesante destacar, que algunos de los ríos del submundo son el Leteo, río del olvido, y el Mnemos, el de la memoria; recordándonos el proceso tanto de concientización del inconsciente como de la inconcientización del consciente. Así mismo, una cuestión muy interesante son algunos de los siervos de Hades: Hypnos, el sueño, y su hijo Morfeo, el que hace soñar. Ambas potencias del obscuro mundo manifiestan su contenido por medio del sueño, demostrándonos nuestros deseos bajo una capa simbólica, en tanto que el contenido latente permanece en las tinieblas del Erebo.
El Mito de Perséfone, la diosa que está entre la Tierra y el Inframundo, entre Deméter y Hades, no es sólo una historia astronómica y agraria, sino también, una forma simbólica de expresar conceptos psicoanalíticos, de las entidades de la psique humana y la interacción que existe entre ellas. Un símbolo más del eterno juego de la mente humana, entre la consciencia y la inconsciencia, entre Superyó y Ello, entre Deméter y Hades: Perséfone.
Fome:)
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