miércoles, 8 de abril de 2009

Reflexión en torno al Eclesiastés

“El Dharma preguntó: ¿Cuál es el milagro más grande de todos? Y el príncipe respondió: Que la muerte golpea cada día a nuestro alrededor pero vivimos cada día como si fuéramos eternos.” Así expresa el Mahabbaratha, una de las colecciones de libros sagrados del hinduismo esta capacidad, esta fantasía que vivimos los humanos, la ilusión de la vida muy a pesar de la muerte.


En el Eclesiastés se hace una reflexión profunda de los hechos que discurren en el mundo día con día, y que desde hace miles de años vienen pasando una y otra vez. Para los seres humanos todo es nuevo, cada nueva experiencia que tienen la consideran como algo novedoso, sin embargo antes de ellos ya había habido quien sintiese lo mismo por lo mismo.


Porque realmente el éxito, la riqueza, el poder, el conocimiento y todo lo que ambicionamos no nos servirán de nada al final. Todos los seres, buenos y malos, ricos y pobres, felices y desdichados, sanos y enfermos, poderosos e indefensos, sabios y tontos, todos están destinados a morir. ¿De qué servirán las cosas más apreciadas y ambicionadas cuando suceda lo inevitable?


Y es que el conocimiento, lo mismo que lo demás, al final, no nos sirve de nada. Los muertos nada saben ya. Los buenos y justos sufren las desdichas y las injusticias de la vida en tanto que los malvados e injustos obtienen todas la dicha de los placeres. Los tontos siempre se encontrarán en una casa donde haya fiesta, pero solamente los sabios irán a una casa donde hay pesar.


Porque la vida material es así. El mundo es caótico, lleno de dolor y sufrimiento, y aún más para los que hacen el bien, para los que practican la sabiduría día a día, para los que se preocupan por el prójimo. ¿Por qué? Porque a diferencia de los malos y los tontos que sólo piensan en sí mismos, que sólo piensan en los placeres y las dichas de la vida, los buenos y sabios piensan en los demás, piensan en cómo sanar los dolores y alegrar las desdichas de la vida.


Los virtuosos en verdad nunca pueden ser enteramente felices porque siempre desean compartir la felicidad con todos sus semejantes, con buenos y malos, justos e injustos, sabios y tontos. El virtuoso, por el contrario, sufre. Sufre por aquél que está enfermo, por el que no tiene nada, por el que no sabe, por el confundido, por el triste, por el angustiado, por el iracundo. Porque desea que todos sean felices con él y en su preocupación se angustia, se entristece y sufre.


Porque la recompensa y el castigo se encuentra en las acciones. El bien y el mal son sólo palabras, lo que importa son nuestras acciones. Y es justamente en la vida cuando podemos desempeñar todo el bien que podamos hacer. Cierto que el malo y el bueno serán olvidados algún día. Pero que recompensa más grande es aquella de haber sido recordado por aquellos a quienes hicimos el bien, y más que por ser recordados, por la acción misma.


El fruto del árbol del conocimiento trajo el dolor y el sufrimiento a los seres humanos. Porque en nuestra ignorancia éramos felices, vivíamos cada día al pleno, sin conocimiento de la enfermedad, la vejez, la pobreza y la muerte. Hasta que un día el conocimiento llegó a nosotros, y entonces la caja de Pandora se abrió, trayendo los peores males y desgracias.


Sin embargo, dentro de toda nuestra razón y gracias a ése mismo conocimiento, dentro de la caja también encontramos la esperanza y la fe. ¿”Qué utilidad tienen?” Dirá el tonto, el malo y el loco. Y yo respondería: “Nos dan la certeza de que todo será mejor. Nos dan las pautas para continuar viviendo esta existencia de penurias. Son la luz en la obscuridad. De ellas vienen las disposiciones de hacer el bien para mejorar las vidas de todos. Nos dan calma cuando la razón no sabe ya que hacer. Y lo más importante es que esa misma esperanza y fe vienen del mismo árbol, de la misma caja. Porque la esperanza y la fe son más poderosas cuando no existen dudas, cuando se tiene conocimiento completo.”


Y es de ésta manera que nos damos cuenta que todo tiene un porqué. Porque fue designio de la Divinidad que las calamidades, penurias y males nos acecharán día con día para poder superarlos, para ser más fuertes, más sabios, más buenos. Porque ese árbol o caja del conocimiento no sólo nos traería males, sino que al final sería nuestro escudo contra las desgracias de la vida, nuestra espada para acabar con la injusticia, la antorcha para iluminar un camino de dolor.


“Los Dioses no harán nada que no hagamos nosotros por nosotros mismos” dijo el héroe Nórdico Bewolf. Ahí radica la fe y la esperanza, ahí reside la verdadera sabiduría, el conocimiento verdadero. Santo Tomás de Aquino mencionó: “Trabaja como si todo dependiera de ti y ten fe en Dios como si todo dependiera de Él.” Porque la fe y la esperanza no se tratan de incertidumbre, sino de lo certero, no vienen de la ignorancia, proceden del conocimiento. Porque en este mundo caótico, la fe y el conocimiento, aunados, traen el orden, en el mal hacen el bien, en la obscuridad son la luz.

6 comentarios:

  1. Graciela Valle Solòrzano9 de abril de 2009, 20:38

    Hola hijo mio! no puedo dejar pasar la oportunidad de decir que estoy orgullosa de ti, me da gusto que seas capaz de plasmar tu pensamiento y lo muestres a los demàs. Te amo.

    Tus pensamientos me parecen interesantes y tengo Fè en que sabras seguir tu propio camino para llegar al destino ùnico, ser mejor cada dia y dar lo mejor de ti mismo siempre.
    Que Dios te bendiga siempre, con amor tu mamita adorada.

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  2. Saludos Héctor Manuel:

    Tus reflexiones sobre el Eclesiastés, pero sobre todo tu declarado interés por «comprender aquellas áreas del conocimiento humano que se encuentran relegadas», me remitieron a Marsilio Ficino y la cauda de estudiosos de las religiones y las mitologías del mundo, que le siguieron ―entre ellos Giovanni Pico della Mirandola, Paracelso, Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling e, incluso, Arthur Schopenhauer.

    A partir de los sesentas resurge el interés sobre estos temas, aunque los enfoques variarán desde el histórico hasta el metafísico. Los sesenta pondrán de moda las lecturas de los viejos libros sobre las religiones y las filosofías orientales: Siddharta, el Bhagavad Gita, el Tao Te Ching, etc. También se pusieron de moda los libros sobre brujería y la alquimia, como los escritos por Louis Pauwels-Jacques Bergier, y por Fulcanelli: El retorno de los brujos y El misterio de las catedrales, respectivamente. En fin, hoy día la literatura sobre estos asuntos es extensa.

    Sólamente me resta felicitarte por tu esforzado estudio, y por supuesto que hay que desearte lo mejor a dondequiera que esta dedicación te lleve.

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  3. Gracias por tu comentario y tus buenos deseos. Te deseo lo mejor hoy y siempre, gracias por participar en éste, tú espacio.

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  4. Estimado Lujambio: ¡Que sorpresa tan grata! Me da mucho gusto que me compartas este tipo de información.

    Espero poder platicar personalmente al respecto.

    Saludos cordiales. Un abrazo.

    Gerson Hernández.

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  5. Muy bueno, Héctooor!!
    He quedado anonadado...
    Muy buen trabajo!! Me parece una buena forma de entender el entendimiento... jejeje
    Pero se trata d algo tan complejo q me has dejado la tarea d meditarlo con más calma
    ...
    Gracias por compartir este espacio y estos pensamientos... En realidad, esta lectura no pudo llegar en mejor momento para mí...
    Lo Necesitaba...
    Gracias por ser tú
    ;)
    Demmmmmmmmmm

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  6. no todas mi querido amigo fanatismos no si no la única que se encuentra en la biblia si tu la lee veras que en todos los mandamiento son de DIOS y no de hombre. pero la divinidad aparece en la biblia porque el es divino no como la que utiliza la brujería. para hacer daño y crear una mente que dice que viene de DIOS LÉALO TODO Y DESPUÉS PIENSE PARA ORIENTAR CADA PERSONA RECUERDE QUE TODOS VAMOS A DAR CUENTA POR LO QUE HACEMOS UN SALUDO Y DIOS LE DE SABIDURÍA PARA QUE PUEDA ALCANZAR A OTROS CON SU PALABRA .CRISTO TE AMA Y PIÉNSALO

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