En la civilización occidental tecnificada y científica, la verdad supone ser algo objetivo, directo y unificado. Desde que en Francia nació el positivismo como una doctrina en la que la verdad es obtenida solamente por medio de la ciencia ignorando de esta manera a la religión y a la filosofía como medios para encontrarla.
La verdad, se puede colocar en dos niveles diferentes: el primero es la verdad en conformidad con los principios lógicos; la segunda es la verdad en conformidad con lo real. La verdad en el mundo actual se ha venido a convertir en algo que es comprobable por medio del análisis y la experimentación, una postura completamente positivista.
Sin embargo, el concepto de verdad ha venido modificándose a lo largo de los siglos, aunque pareciera que “verdad” es un concepto que siempre ha existido y que se ha conservado intacto, la realidad nos demuestra otra cosa.
En las culturas antiguas, con los indoiranios por ejemplo, Rta es una palabra que se podría traducir como “verdad”, sin embargo esta misma palabra es también una plegaria, el culto a los dioses, algo espiritual, abstracto, siendo de ésta manera opuesto completamente a lo que la ciencia positivista exige de la verdad, que sea algo objetivo, medible, cuantificable, comprobable.
En la antigua Grecia, ya se hablaba de verdad. Aristóteles, Parménides, Platón,y sus filosofías, han sido la base del pensamiento occidental, y se han confrontado unas con otras para traer al mundo la concepción de “verdad”, que es una cuestión que se viene buscando desde la religión, la filosofía y la mitología, que actúa como un puente entre ambas.
Es cuando surge Aletheia,
En las escuelas iniciáticas de la antigüedad, que eran escuelas filosófico-religiosas, se buscaba la verdad por medio de la gnosis, de un conocimiento sagrado reservado sólo a los iniciados en dichas escuelas. En estas escuelas, la misma Verdad, era una manifestación de lo Supremo y una potencia del universo.
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