En todas las culturas, la primera y básica forma de comunicación ha sido el mito. En muchas ocasiones se ha aludido a que esta clase de construcción responde a la necesidad humana de dar razón a acontecimientos que, en su momento, no sabían porque sucedían. Fenómenos como el rayo, la lluvia, el sol, el crecimiento de las plantas, todo ello y mucho más, se presume que al no poderlo explicar de manera racional lo hicimos construyendo deidades que los controlaban.
De esta manera, los científicos y filósofos positivistas han desacreditado, o han tratado de desacreditar, a las grandes mentes de la antigüedad, mismas que trataban a estos mitos como verdades, diciendo que los sabios de antaño, no eran más que un grupo de supersticiosos e ignorantes.
Sin embargo, los mitos no son historias literales de la realidad, no pueden interpretarse de manera denotativa. Son narrativas racionales con base en símbolos. Historias que cuentan hechos ocultos tras un velo de signos que dicen una cosa pero en realidad quieren decir otra.
Las escuelas iniciáticas de la antigüedad consideraban al mito como una historia trascendental en la que el conocimiento se ocultaba en tres niveles diferentes, que dependiendo la inteligencia del que lo observara, se mostraba más superficial o profundamente. Estos niveles eran: el literal vulgar, el filosófico metafórico y el simbólico sagrado .
De esta manera, los mitos se configuran como formas multidiscursivas, poseyendo una infinidad de significaciones diferentes, que van desde explicaciones de fenómenos naturales y ciclos astrológicos, hasta cuestiones internas de la psique humana y hechos espirituales.
Pongamos por ejemplo, el mito griego de Perséfone, hija de Deméter, diosa de la tierra y de la fertilidad. Esta joven diosa atrajo la atención del dios del inframundo, Hades, quien tuvo la osadía de robársela porque se enamoró de ella. Su madre la buscó por todos lados, y aunque preocupada por su hija, descuido su tarea como deidad, por lo que no hubo frutos en los árboles, ni cosechas ni nada.
Después de enterarse que su hija estaba en el infierno demandó a su hermano Zeus de que obligara a Hades a devolver a Perséfone. Lo que el rey de los dioses resolvió fue que la joven permaneciera seis meses con su madre, tiempo en que habría fertilidad en los campos, y otras seis con su esposo, tiempo en que no habría fruto alguno sobre la tierra
Este mito posee varias significaciones. A primera vista puede resultar una historia que revela el enamoramiento de una obscura figura, que nadie es inmune al amor; además del amor materno que hace que se descuide todo por los hijos.
Por otro lado, tiene un significado agrícola, siendo Perséfone la primavera, que cuando esta con su madre da fertilidad a la tierra, para luego retirarse, tiempo en que no hay cosechas.
Y aún existe un tercer significado de este mito: Perséfone es el alma humana, espiritual por naturaleza, pero es seducida por las fuerzas del inframundo, es decir, del mundo material, por lo que se encarna. Yendo y viniendo una y otra vez en un ciclo de reencarnaciones, subiendo al cielo y volviendo a bajar a la tierra.
De esta manera puede observarse la gran cantidad de interpretaciones que pueden dársele a una sola historia, siendo el campo mitológico todo un universo de ideas y conceptos, que revelan nuestra naturaleza humana y como percibimos el mundo que nos rodea y el nuestro interno.
En estas narraciones nos encontramos con figuras arquetípicas, esto quiere decir que son proyecciones de las cosas que la mente humana tiene inherentes a ella. Los arquetipos son además, figuras representativas de todos los pueblos, todas las civilizaciones y culturas. Ejemplos de ello son la doncella en peligro, el joven guerrero, el sabio maestro, el malvado hechicero o el terrible monstruo .
En todos los mitos siempre se han tenido, además, varios momentos y espacios arquetípicos. Los tiempos son el inicio de la búsqueda del héroe, el paso del umbral, la lucha con el guardián de dicho umbral, la ayuda sobrenatural, el descenso al inframundo, el enfrentamiento con el monstruo, el encuentro con la diosa, el regreso al hogar. Los espacios mitológicos son el paraíso terrenal, el edén espiritual, el terrible pero fantástico bosque encantado, las tenebrosas cámaras infernales, la obscura cueva del monstruo, la divina residencia de los dioses.
Todos estos elementos se hallan una y otra vez repetidos en numerosas narraciones que no sólo incluyen a los mitos, sino que se aplican a otras formas comunicativas, como son las leyendas, cuentos, fábulas e incluso novelas; de esta manera van adquiriendo mayor fuerza y más sentido para el que lo lee. Y no sólo pertenecen a los géneros escritos, sino que la industria radiofónica, la televisiva y cinematográfica también se han adueñado de esta clase de conceptos.
Ejemplo de ello es la saga de Star Wars, un mito moderno creado por George Lucas, basándose en el libro de Joseph Campbell “El Héroe de las mil caras”. En su historia, Lucas utiliza todo lo antes mencionado para crear una fantasía del siglo XX que seguiría siendo un sueño del siglo XXI .
Luke Skywalker es un joven granjero que sueña con viajar y tener aventuras, hasta que la fatalidad, manifestada en forma de R2D2 y C3PO, lo lleva a encontrarse con Obi Wan Kenobi, que será su guía en esta travesía, y junto con Han Solo y Chewbacca (los piratas espaciales) tratarán de rescatar a la princesa Leia de las garras de Darth Vader y el Imperio galáctico. Este es un vivo ejemplo del uso del mito en la actualidad.
Y no significa que el uso del mito solo se remita a contar historias en distintos ámbitos como la literatura, el cine y el teatro, sino que su significación es universal y lleva a los seres humanos a tener conciencia de distintos eventos que suceden en nuestra vida diaria y en lo más profundo de nuestro ser.
En las grandes religiones los mitos también se han repetido, lo que ha llevado a muchos a pensar en plagios de una religión a otra, pero no han tomado en cuenta que estas historias tienen un trasfondo arquetípico, universal.
Siempre se habla de un mesías, de un avatar (encarnación de Dios) nacido de una virgen, que al crecer resulta ser todo un prodigio, hace milagros: camina sobre el agua, multiplica la comida, cura enfermedades, expulsa demonios. Este elegido tiene un encuentro con el mal, muere y resucita, y finalmente asciende al plano celestial uniéndose con la Divinidad.
Es por ello que encontramos grandes similitudes entre Jesús y Buda, quienes se retiran a sus respectivos aislamientos, donde son tentados por el mal para que abandonen su camino; entre Osiris y Dioniso, los cuales son asesinados y destrozados por las fuerzas de la obscuridad y finalmente son reconstruidos y vueltos a la vida; entre Krishna y Quetzalcóatl, que realizan prodigios por las personas y ascienden al cielo después de ser incinerados.
La importancia de los mitos es variada, ciertamente. Para unos cuantos ignorantes no es más que una historia fantástica pero falsa, sin más; para otros es una narración sagrada, completamente veraz, en la que Dios manifestó su palabra a los hombres; para otros es una construcción filosófica; sin embargo, debemos continuar con lo que comprendemos, con lo que podemos manejar, en palabras de Voltaire: “La única respuesta es seguir con lo que podemos manejar, cultivar nuestro propio jardín” .
De esta manera observamos que existe un sinnúmero de personas y los significados que le atribuyen a estas historias, pero no cabe duda, que los mitos perdurarán al igual que los dioses que proyectan, y su importancia seguirá estando presente, en pasado, presente y futuro, hasta el final de los tiempos.
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